No podía ser cierto, pero lo era. Seguía
siendo la maldita virgen de tercer año, del barrio, del club, y ante tanta
necesidad que mi cuerpo me demandaba. Quería coger de una buena vez, que me la
pongan contra una pared, en el baño del cole, en un auto, en una placita en
penumbras, en la cama de mis papis, o donde el destino lo quisiese. ¡No podía
continuar así! Todas mis amigas habían cogido, a excepción de Milagros y
Valeria. Pero ellas, al menos se conformaban peteando a los pibes que se les
antojaba.
Yo no tenía tanto valor. Me faltaba confianza,
determinación, o tener menos prejuicios. ¡Y eso que soy tetona, morochita y
petisa, tengo las piernas bien trabajadas y me río con facilidad!
Los pibes se re daban cuenta que me quemaba la
conchita por debutar. En la escuela me la pasaba fregándome contra ellos,
molestándolos con infantilidad, y en el medio de los manoseos, siempre alguno
me tenía que parar porque, yo aprovechaba a tantearles las pijas.
Joel y Mariano eran los que siempre la tenían
parada, aguardando la insolencia de mis manos. Aquel fuego interior no me
dejaba pensar siquiera en los preparativos de mis 15. No quería llegar a la
fiesta sin que me hayan dado masita. Pero no lo pude evitar.
La fiesta fue brillante. Música, comida, el
clásico video con fotos mías desde que usaba pañales hasta en la pile con mis
amigas. Tragos, más de 150 invitados entre familiares y amigos, muchos nervios,
luces, el vals, postres ricos, cotillón, y todo lo que te puedas imaginar. Fue
en una casa de campo gigante, con una decoración perfecta. Todo marchaba con la
sincronía de un reloj suizo. Pero en mi cabeza seguía pensando que mi cuerpo
todavía era el de una nena, con la vulva llena de flujos esperando ser
colonizados, con las tetas duras para que una boca se las devore a chupones, y
con una cola ansiosa por que le den unos buenos chirlos.
En el baile carioca me les tiraba encima a
todos los pibes para que me toquen el culo. ¡Me encantó que mi padrino me lo
haya pellizcado haciéndose el tontito!
Justamente, en medio de los temas brasileros,
mi madre se me acerca eufórica para decirme que era el momento de cambiarme el
vestido insoportablemente rosado y largo que me recordaba mi situación de
nenita virgen. Pero todo por darle el gusto a mis abuelas. Debajo tenía una pollera
tipo tutú con bolados. Solo bastaba que me pusiera una remerita llena de
brillitos encima para seguir bailando.
Pero, a esa altura ya había bebido mucho, y no
solo me sentía aturdida. Andaba flotando por los aires de tanto franeleo. Hasta
me calenté con el piquito que nos dimos medio en joda con Valeria. Por suerte
los chicos no nos vieron. Para ellos seguro yo era virgen porque me gustaban
las chicas. ¡Encima la tarada me mostró las tetas!
Mis hormonas estaban a full. Me moría de ganas
por pedirle a Marcos que me lleve al baño y me haga lo que quiera. Pero él ni
me miraba, y siempre se hacía el boludo cuando le decía que me gustaba.
Fernando, uno de mis compañeros me comió la
boca, haciéndome creer que tenía el labio sucio con crema. Ya me había tranzado
a un par de pibes, pero todos eran más nenes que yo. No me animaba a pasar
vergüenza con uno de mi edad, ni con uno un poco más grande.
Cuando su lengua entró con audacia en mi boca,
recordé que no había cargado en mi bolso personal ni una bombacha de emergencia.
¡Juro que sentí que me había hecho pis por cómo me la mojé! Ahí sí los latidos
de mi clítoris podían olerse con precisión, y me anunciaban en una constante
alerta para todos los varones.
De repente un amigo de mi viejo me sacó del
juego de miradas que intentaba con Marcos. Me dijo:
¡Tenés la misma cinturita de avispa que tu
madre cuando era pendeja! ¿Sabías?!, y me tomó de las manos para bailar un rock
and roll.
Un par de veces me hice la boluda para
apoyarle la cola en la pija, y el tipo se me pegaba más. Estaba tan calentita
en mi fiesta de 15 que, todo era válido para mí. Y, de repente mi madre me lo
saca de encima para llevarme a una habitación, entre rezongos y advertencias.
¡Fiama, date cuenta hija! ¡Hace rato que te
estoy pidiendo que ya basta del vestido! ¡Te vas a dar un flor de porrazo! ¡Y
pará de bailar como una loca! ¡Acá te dejo la remera!, me decía ayudándome a
quitarme el vestido.
En eso, mientras lo guardaba en una elegante
bolsa a cuadros, alguien la llama con cierta desesperación. Había que resolver
algún imprevisto, y para esas cosas mi mami es una genia. Salió a las corridas,
y dejó la puerta tan abierta que, Julián no lo pensó dos veces, al mironearme
en corpiño y distraída frente al espejo que había en la pared. El turro se mandó,
cerró la puerta, me convidó un trago de su cerveza, y no sé cómo fue que
empezamos a apretujarnos contra un placar enorme. Apenas le toqué la verga se
me escapó con toda la inocencia:
¿Querés mirarme la bombacha? ¡ya me viste en
corpiño, así que ya está!
El pibe se hincó en el suelo para subirme la
pollera, me manoseó el culo y la concha sobre la tela de mi bombacha negra de
algodón, y se atrevió a vencer sus límites para tocarme los labios al
descubierto. Eso me hizo gemir, al punto que se puso de pie, me subió la
pollera a la cintura, me apoyó todo el paquete en la cola y, acto seguido me
pidió que le baje hasta el bóxer para liberarle su verga al palo. Temblaba, y
tiritaba como una estúpida cuando la vi en vivo y en directo. Peor cuando me
agarró del pelo para que me agache y precisar:
¡Chupala putita, sóplame la velita Fiammi,
dale, que te vas a poner re loquita!
Yo sabía que Julián gustaba de mí desde el
primario. Pero nunca le vi intenciones de nene malo. No tenía ni la menor idea
de cómo chuparle la pija. Pero le pasé la lengüita, la olí, le acaricié y lamí
los huevos, se la sobé con las manos y la cara, y se la escupí un poco. ¡Eso lo
hacía jadear al tontito!
Pero de repente, me levantó de los brazos, me
tiró en una cama que solo tenía un colchón, me bajó la bombacha, se me tiró
encima y, mientras intentaba acomodarme la pija en la entrada de la vagina me
besaba la boca, el cuello y los hombros, babeándome toda.
No tengo tan claro el recuerdo de lo que pasó
antes de que esa pija me entre toda, luego de un empujón a lo bruto. Me dolió
grité con lágrimas en los ojos, lo mandé a la mierda medio sollozando, le
rasguñé la cara y me lo quise sacar de encima a la fuerza. Pero, por otro lado
quería seguir sintiendo esa poronga cada vez más hinchada. Necesitaba que me
sacuda como a un papelito, que se haga el violento y me diga esas frases
cochinas.
¡así que era cierto! ¡mirala vos a la Fiammi,
eras virgen bebita! ¡pero no te asustes, que te va a encantar la pija nena!
¡qué ricas tetas guacha!, me decía mientras me daba duro, me babeaba el corpiño
tratando de comerme los pezones y me amasaba las nalgas. Ese pibe me rompió el himen,
y lo sentí como un pequeño desgarro, como una puntada escalofriante que
empezaba a avergonzarme. Pero no tuve tiempo de pensar en eso. Pronto su cuerpo
pareció contracturarse cada vez más, mientras su pubis se pegaba todo lo que
podía al mío, y su pija se quedaba quietita adentro de mi vulva. Hasta que se
relajó por completo, una vez que me gritó en el oído:
¡Ahí vaa putitaaaa, te la largooo toooodaaa!
Después de eso todo fue confuso. Julián
desapareció, y entretanto yo me arreglaba la ropa, veía la sangre en el colchón
con una fascinación inexplicable, y me embobaba sintiendo su leche
humedeciéndome toda por dentro. Hasta lloré por la emoción que me endulzaba las
venas. Ya no era virgen, pero me sentía más caliente que horas atrás.
Otra vez mi cuerpo se mezclaba entre la gente
que bailaba feliz. Al parecer no duró tanto tiempo mi ausencia para ellos.
Nadie me preguntó nada.
En cuanto aparecí con la pollera y la
remerita, hubo un nuevo estallido de felicidad en el público. Todos me
convidaban tragos y cosas dulces. Otra vez bailé, dejé que me manoseen, que me
roben piquitos, que me suban la pollera, que me apoyen y me digan chanchadas. Mi
sexo permanecía enardecido. ¡No sabía qué hacer! Me había prometido perder la
virginidad con Marcos, pero no tuve la paciencia para esperarlo. Además ya
estaba media tocadita por el alcohol, y sentía que la bombacha me quemaba la
piel.
Me puse a tirar unos pasos en la pista, me
enloquecí con el cuarteto, hicimos el trencito con mis compas del cole, y creo
que ahí fue que le dije a Maxi, el rubio langa del curso que no aguantaba más.
¡Vamos al baño nene, que quiero pija!, le dije
al oído, escudándome en lo fuerte que sonaban los parlantes.
Se quedó con la boca abierta, y me miró
asombrado. Pero, en menos de lo que imaginé, el divino me tenía sacando la
colita para atrás contra el lavatorio del baño de chicas, con la pollera
enrollada en la cintura y con mi conchita recibiendo sus dedos torpes. Cuando
me bajó la bombacha directamente se lo pedí:
¡cogeme nene, dale que ya la tenés re parada
seguro, dame pija!
Maxi primero quiso chuparme las tetas, pero
por suerte se aburrió rápido y volvió a ponerme como antes. Me dio unos
chirlos, intentó clavarme un dedo en la cola mientras yo lo pajeaba, y de
pronto, su pija entró de lleno en mi concha empapada. Me dio con más velocidad
que Juli, mientras me hacía tomar tequila de su vaso, y me decía todo el
tiempo:
¡feliz cumple mi amor! ¡Me re calentás la pija
pendeja, estás re rica putita!
Me apretaba las tetas, me comía la boca cada
vez que se le salía la pija sin querer, y cuando me la volvía a enterrar me
empujaba fuerte contra la pileta. Me largó toda la lechita en una de esas
escapaditas, en el justo momento en el que me la calzaba de nuevo, y la sentí
descargarse toda, gota a gota, mientras él jadeaba, me decía que era una trola
y me hacía chuparle los dedos. Hasta quiso que se los muerda. ¡Encima me pidió
ser su novia! Varias veces tuve que gritar que el baño estaba ocupado en el
fragor del garche, y eso me emputecía más.
Maxi salió como pudo, decepcionado porque le
dije no, y yo me quedé a contemplarme en el espejo. De paso aproveché a hacer
pis. En ese ratito veo que mi bombacha tenía semen por todos lados, y pensé en
que mis 15 no podían terminar así nomás.
Me arreglé y regresé intacta con los invitados
para seguir festejando. Recién ahí me percaté que eran las 5 de la madrugada.
Nos quedaba una hora para empezar a pedirles a todos con mucho cariño que se
retiren. No teníamos más tiempo que ese. Mis viejos, mis hermanos y yo nos
podíamos quedar a dormir allí. Pero al otro día había que limpiar para entregar
la inmensa casona en condiciones. De todos modos volví a bailar.
En un momento dejé que Milagros me pase la
mano por la conchita mientras bailábamos, y yo le contaba que me desvirgó
Julián, y que tuve un segundo round con con Maxi. Supongo que fue porque seguía
caliente, pero me puso a mil que, después de escuchar mi confusión, la tarada
me lama la oreja diciéndome:
¡Qué zorrita que sos nena! ¡Y le acabaron
adentro a la chanchita?!
Después bailé con todos los pibes, yo en el
medio de la ronda que me regalaban sus brazos. Ahí fue que Marcos me levantó la
pollera para que todos me miren la bombacha y me aplaudan como si fuese una
modelo. De hecho, no sé quién fue el que me la quiso bajar, y Marcos casi lo
mata a trompadas. ¡Menos mal que mis abuelos, mis tíos y varios adultos más se
fueron temprano! Aparte, me moría de vergüenza el solo pensar que podían darse
cuenta que tenía la bombacha llena de lechita.
Después de eso me puse a comer un poco de
torta con Valeria, Milagros y Rocío, la más puta de mi grupito de amiguis.
Naturalmente podía pasarme. De pronto tuve ganas de vomitar. Me dolía la
cabeza, y no lograba decodificar nada de lo que las chicas me decían. Alguien
me trajo un café, y cuando quise acordar estaba recostada en una cama, a
oscuras, vestida y bastante mareada. La música ya no se oía.
¡Fiama, estás mejor?!, dijo de repente mi
madre tras abrir la puerta de otra de las habitaciones de la casa. Ésta era más
pequeña que la que usamos con Julián.
¡Tomaste un poco demás chiquita, eso es todo!,
dijo en cuanto la convencí de que me sentía mejor. Hasta me puse de pie para
demostrarle que me valía de mis propios medios.
¡Las chicas ya se fueron, y te dejaron saludos!,
agregó sonriente luego.
¡Mily y Marcos se quedaron para ayudarnos a
limpiar! ¡Son unos ángeles!, dijo con más dulzura en la voz mientras abría la
cama como para dejarme todo listo.
¡amor, yo diría que te bañes, así te sentís
mejor del todo! ¡Además tenés olor a pichí! ¿trajiste otra bombachita no?!,
averiguó dejando un toallón sobre la cama. Le dije que sí, y ella misma me sacó
la pollera, los zapatos y la remerita. En ese momento, se me activaron las
hormonas otra vez. Saberme en ropa interior ante mi madre, desvirgada y todavía
caliente, más la certeza de enterarme que Marcos andaba por alguna parte de la
casa, me calentó demasiado. Apenas mi mami me dejó sola me tiré en la cama y
empecé a masturbarme. No duré ni un minuto. ¡Quería más pija! ¡Necesitaba pito
urgente! Mis dedos pelotudos no me satisfacían.
Entonces, decidí ir a bañarme. Como el agua
caliente tardaba en salir, me duché lo más rápido que pude. Me sequé, me puse
un vestidito de verano, unas chatitas, me hice una cola en el pelo y fui a la
cocina a tomar algo. Ya estaba más sobria. Pero no podía entender por qué hasta
el roce del vestido en mi piel desnuda me tentaba por lo menos a tener ganas de
tocarme.
Luego de robarme un pedazo de jamón crudo y
tomarme casi media cerveza, vuelvo a mi pieza. La casa estaba en silencio, y
aunque me moría por buscar a Marcos, no quería ser imprudente. Culpa de mi
descompostura no estuve en la planificación de las habitaciones y sus
ocupantes. Pensaba en eso, y en lo lanzada que fui con mi tío al tocarle la
pija cuando los tragos burbujeaban en mi cabeza.
Pero, cuando entro a mi cuarto y me siento en
la cama, veo que del placar sale mi Marcos, con una sidra y en cueros.
¡así que la Fiammi se emborrachó?!, dijo con
una sonrisa amplia que me derritió.
¡feliz cumple pibita! ¡Traje esto para que
brindemos!, dijo para romper el hielo. Yo estaba inmóvil.
¡Pero, por lo que sé, anduviste hecha una
loquita no? ¡Che, me quedé, así limpiamos todo más rápido!, dijo, acrecentando
mi estado de vergüenza.
¡sí, me dijo mi vieja! ¡y también está Mily!,
dije mientras algunas lágrimas me brotaban de los ojos.
¿Qué te pasa ey? ¿estás bien?!, se precipitó
al verme arrugar la cara. Yo no lo resistí. Me levanté, y de un empujón lo tiré
sobre la cama para tirármele encima. Entonces, entre un llanto extraño, un
manoseo cargado de lujuria y algunas frotadas de nuestros pubis se lo confesé
todo.
¡Soy una pelotuda Marcos! ¡Perdoname, pero quería
coger! ¡No podía más, y quería que me cojan! ¡Y es cierto, estoy re alzada!
¡Por eso me cogí a Julián y a Maxi! ¡Pero siempre quise que vos me desvirgues!
¡Pasa que no me dabas ni cabida! ¡Yo te quería coger a vos!
Mis palabras parecían pararle la pija aún más.
La sentía crecer y latir contra mis piernas, y me mojaba toda.
¡Cogeme toda ahora nene, ponémela toda, quiero
tu pija!, le largué, mientras él me comía las tetas. Fue muy hábil para
liberarlas del vestidito.
¡Pasa que, a todos nos calentás la pija nena,
porque estas gomas son hermosas! ¡no tenés bombacha putita! ¡Por qué!!, decía a
la vez que nuestras lenguas ahora danzaban felices una junto a la otra, como
dos espadas espartanas.
¡no tengo, porque me la ensuciaron los chicos,
y encima creo que me hice pis cuando estaba borrachita! ¡soy re chancha
Marquitos! ¡dale, pégame en la cola, y garchame pendejo!, le decía, con el
corazón en la concha. El pibe me empujó de la cama al suelo, y le obedecí.
¡arrodillate primero, y chupala toda!
Él solito se bajó hasta el bóxer para sacudir
supija gruesa contra mi cara, para que mis labios se la colmen de besitos
babosos y mi nariz ronronee con su aroma perfecto.
¡peteame nena, metela toda en esa boquita,
dale borracha, chúpame la verga, dale que es tu cumple putita!, me pedía cuando
mi saliva goteaba incontrolable, mi boca no alcanzaba a comerse todo ese tronco
y, algunas arcadas parecían estimularlo más, porque se le ponía más gordita
cada vez.
Sin embargo, cuando ya le había agarrado la
mano para petearlo mejor, el turro me sienta en la cama, me abre las piernas y
me frota su rostro en mi vagina expuesta, haciéndome delirar cuando me la lame
de arriba hacia abajo. Además se atrevió a hundir 2 deditos y hacer sonar los
jugos que ya comenzaban a multiplicarse. Me pidió que no me quite el vestido,
se colocó entre mis piernas abiertas, y así de parado nomás me la metió de una,
con mi cola sobre el borde de la cama.
Como una boluda le grité que lo amaba mientras
me penetraba audaz, me pedía que me toque y me babee las tetas, y se mordía los
labios gimiendo. Al rato me llevó contra la pared, me hizo sacar la cola para
atrás y, luego de adherirse a mis caderas deslizó su pito precioso en mi vulva
para regalarme más sudor, cosquillitas, gemidos y suspiros.
¡rompeme toda, cógeme así guacho, haceme tu
puta, llename de semen, que ya no soy virgen taradito, dame con todo, quiero
máaas!, le aseguré al tiempo que el entrechoque de nuestros cuerpos se
aceleraba. Mi conchita goteaba tantos jugos sobre mi vestido y el suelo que,
por un momento tuve miedo de estar haciendo mal las cosas.
¡vamos a la cama chanchita!, me dijo mientras
me mordisqueaba la cola luego de dejarme la conchita vacía, y se acostó boca
arriba con la pija resplandeciente de flujos, erecta y ansiosa. Me le subí y me
la calcé para cogérmelo todo, como lo buscaba hacía meses.
¡La Mily le estaba haciendo un pete a tu
hermano! ¡Los vi antes de venir! ¡Ahora no sé cuál de las dos me calienta más!,
dijo de la nada y con cinismo, mientras mi ritmo lo ponía en jacke. No paré de
cogerlo rapidito, gimiendo fuerte y agudo, dándole tetazos en la cara,
arañándole el pecho y diciéndole:
¡yo soy tu puta pendejo, yo soy la que anda re
alzadita por vos gil, así que nada de Mily!
No me detuve hasta que empezó a decirme que le
faltaba poco, que ya le saltaba la leche, y a preguntarme si no me la quería
tragar toda. Pero yo seguía imperturbable. Quería que me ensucie hasta el
vestido. Quería morirme asfixiada en su aroma, tener su semen en mi vagina todo
el día, y así lo hice. Cuando su leche salió como un trueno cegador, me froté
toda contra su pubis para quedarme hasta con la última gotita posible.
Ni bien todo volvía a convertirse en silencio,
nos empezamos a comernos la boca con unas ganas que, no pudimos hacer otra cosa
que cogernos de nuevo. Lo terrible fue que Mily nos vio desnudos cuando nos
despertó a eso de las 12 del mediodía, con un desayuno en las manos. Por suerte
mi madre estaba ocupada en otras cosas, y mi viejo es medio pudoroso. Jamás
entra a mi cuarto sin permiso. Y menos se iba a animar a entrar en mis 15.
Por supuesto que tuvimos que contarle a Mily
todo lo que pasó, bajo la única condición de que sea nuestro secreto. La turra
nos puso otra cláusula ni bien el pacto se cerró y le contamos todo. Ahora, para
pagar su silencio, teníamos que incluirla entre nosotros algún día. Obvio,
Marcos y yo no nos pusimos de novios, ni nada de eso. A él le gustaban las
chicas más grandes, y aunque eso me hacía un poco de ruido, yo sabía que desde
entonces podía tener su pija cuando lo quisiera.
Fue muy difícil limpiar todo el desastre
sabiendo que él respiraba tan cerquita mío. De hecho, en un momento, a eso de
las 4 nos encerramos en el baño para fundirnos en un cortito muy intenso. Me
encantaba que el guacho me tape la boca para que no se escuchen mis gemidos, y
que me muerda los míos cuando sus penetradas eran más punzantes.
Como a las 6 volvimos al baño, y esta vez yo
se la mamé mientras hacía pis. Estaba tan alzada que en cualquier momento me
subía el vestido cuando sabía que él me miraba.
A las 8 de la noche emprendimos el viaje de
retorno a nuestras casas. Mis 15 habían quedado atrás. ¡Pero mi virginidad
recién empezaba a estrenarse y a convidarme de sus deseos prohibidos, y me
encantaba la idea de ser su esclava más fiel! Fin
Recordá que este, o cualquier otro relato del blog, podés pedírmelo en audiorelato, a un costo más que interesante. Consultame precios y modalidades por mail.
Este es mi correo ambarzul28@gmail.com si quisieras sugerirme o contarme tus fantasías te leeré! gracias!
Acompañame con tu colaboración!! así podré seguir haciendo lo que más amo hacer!!
Cafecito nacional de Ambarzul para mis lectores nacionales 😉
Hermoso relato!!! Muy excitante!! Y de la calentura le dice que lo ama, que ternura inocente. Las manoseadas. Cogieron como dios manda. Uff unas tetonas grandes y un culo avispa son tremenda fiesta. Te amo Ambar Querida. Segui escribiendo.
ResponderEliminar¡Hola! es cierto. con la calentura más la inocencia como guardiana se pueden confundir las cosas. jejeje! pero esta chica tenía ganas de experimentarlo todo! gracias por leer!
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