Supongo que todo fue el resultado de una
locura, de la que no debimos beber con tanta sed, la noche en la que nuestros
padrinos de bodas nos invitaron a descansar en su casona de fin de semana.
Gabriel y Laura son nuestros amigos, digamos
que desde el secundario. Laura es la mejor amiga de mi esposa Cintia, y con
Gabi, bueno, compartimos desde picaditos en la canchita, recitales, boliches,
apuestas, y hasta alguna que otra noviecita en la adolescencia.
Pero hoy, a los 25 años todo quedó en el
pasado, por más que en el fragor de algunos vinos hablamos de intercambiarnos
nuestras mujeres. Ellas no parecían molestas con nuestras bromas. Estoy seguro
de que Laura mataría por revolcarse conmigo, tanto como que Gabi se mea encima
al fantasear con las tetas de Cintia. Pero todo quedó solo en conversaciones de
ángeles alados, nocturnos, desbocados y ebrios de alcohol, y nada más.
Naturalmente ellos fueron nuestros padrinos de
casamiento, hace 5 años atrás. Nadie nos conocía más que ellos. Ni siquiera
nuestras madres. Además, nuestras hijas se llevan de maravilla. Ellos tienen a
Valentina, y nosotros a Florencia. Las dos comparten sus 6 años repletos de
alegría, y jamás las escuchamos pelearse por nada.
Ocurre que un sábado, Gabi nos invitó a su
casa a comer un asado. Al día siguiente se iban de vacaciones a Brasil, y sería
una buena ocasión para despedirlos, además de manguearles algún regalito.
Jejeje!
Flopy no vino con nosotros porque, prefirió
quedarse con sus abuelos, los padres de Cintia. Pero, en lo que a mí respecta,
tenía muchas ganas de visitarlos.
La noche estuvo bien, a pesar de lo
disconforme que se mostraba Valentina al no tener la compañía de su compinche
favorita. El asado estuvo impresionante. Los vinos, un capítulo aparte. Las
ensaladas que preparó Laura, una más rica que la otra. El postre helado que
trajo Cintia, estuvo a la altura de las circunstancias. Y después, un truquito,
unos tragos de whisky, mariguana para las chicas, algunas almendras, nueces y
pasas de uvas, varios chistes y charlas algo subidas de tono entre ellas
mientras nosotros arreglábamos el fútbol mundial, y la madrugada que se nos
venía encima con un aguacero de novela. Hacía años que no llovía así, con las
nubes tan bajas, la humedad al borde de la impaciencia, y unos relámpagos que
cegaban al poco equilibrio de mi amigo.
Desde luego, no nos dejaron volver al auto
para irnos. No estaban ni ahí con que yo maneje más de 70 kilómetros para
regresar a nuestra casa con semejante temporal. Laura sugirió que nos acostemos
a dormir en su cama matrimonial, y Gabi suscribió al pie de página de sus
palabras. Les dijimos que no era justo y un montón de elementos más, los que no
quisieron oírnos.
De pronto, Cintia y yo seguimos a Laura a su
habitación, donde nos abrió la cama, mientras Gabriel no podía ni hablar casi
derrotado en el sillón de la sala.
¡tranqui chicos, que yo duermo en la cama de
Valen! Eso sí, me parece que esta marmota no se va a despertar ni loca.! No les
jode dormir con ella?!, dijo Laura, advirtiendo que su hija estaba dormidísima
a la orilla de la cama.
Desde luego que no teníamos inconvenientes.
Apenas Laura se fue y apagó la luz, Cintia y
yo nos acostamos con todo el cuidado posible para no incomodar a la nena.
Pero las bebidas y el faso habían hecho
estragos en mi esposa, y yo lo noté enseguida. Estaba re toquetona, y me pedía
que le manosee las tetas. Hasta que de repente me susurró:
¡gordi, tenemos a una nena en bombachita y
remera con nosotros! No te excita eso? No querés mirarle la chuchita? O, saber
si tiene olor a pichí como nuestra Flopy?!
Yo también había bebido categóricamente
demasiado. Sabía que eso, que sus palabras se debían a que un par de veces
Cintia y yo hicimos el amor oliendo bombachitas de Flopy. Se dio casi por
casualidad, en una navidad que compartimos con mi familia. Pensamos que no
volveríamos a repetirlo. Pero, a los 2 nos excitaba olerlas, lamerlas y jugar
con ellas en la etapa previa a nuestros encuentros sexuales. Nunca se nos
ocurrió ni por asomo hacerle ni cosquillas a nuestra Flopy, al menos hasta
después de aquella noche.
No le respondí a Cintia, pero empecé a
chuparle las tetas como un lobo hambriento. Sé que se pone muy puta cuando se
lo hago, y disfruto mucho de sus rasguños en mi piel mientras le amamanto los
pezones, se los estiro con la boca y se los muerdo ligeramente, apenas para que
sienta el celo de mis dientes enamorados de su carne.
¡dale, sacate el calzoncillo nene, que tengo
ganas de coger, quiero pija amor, dale, dame pija!, dijo en mi oído con su
aliento volcánico y humeante por los licores.
Ni siquiera me dio tiempo de hacerlo. Ella
misma me lo quitó con una habilidad asombrosa, lo tiró al piso y se me subió
para comenzar a deslizar su vulva contra mi pija como en un tobogán de espuma,
mientras me incitaba nerviosa, con sus labios carnosos en los míos:
¡dale bebé, animate, tocala, tironeale la
bombachita, hacelo nene, ahora, fijate si la tiene mojada! Ya la escuchaste a
Lauri, que si la Valen se duerme no la despertás ni a palos!
Como no reuní el suficiente valor para
obedecerle, ella me tomó la mano y la colocó sobre la entrepierna de la nena,
justo cuando mi pija, en un resbalón involuntario se le enterró en la conchita.
entonces, Cintia empezó a frotarse, a dar unos dulces saltitos que ya avizoraban
la cantidad de flujos que reinaban en su interior, y mi mano palpaba confusa
pero con mucha atención el dibujo que la conchita de Valen formaba en su
bombacha.
¡sacásela, dale amor, y dame la lechita,
asíii, dale bebéee, quiero que le saques la bombachita y la lamas toda, quiero
ver tu carita de puerquito, como cuando olés las de Flopy!, decía una
desaforada Cintia, mientras no cesaba su galope, y la nena ni se inmutaba.
Le pedí calma, prudencia. Le aseguré que si
Valen se despertaba tendríamos problemas serios con Gabi y Laura.
Pareció entrar en razones. Pero de repente me
pidió:
¡levantate, dale, y olela, destapala
despacito!
No podía más de la calentura. Me había
convertido en su súbdito más leal, y aunque no estaba bien, por dentro quería
hacerlo. Por lo tanto, me hinqué pegado al colchón, le aparté la manta y la
sábana, acerqué mi olfato al centro de sus piernitas desmalladas, respiré
profundo una vez, otra vez y una vez más, y ya no pude detenerme.
En eso, Cintia se acomoda a mi lado, solo para
tocarme la pija al aire, mientras mis pulmones se llenaban con el aroma de la
piel de esa mocosa, de los restos de pis que había en la tela de su bombacha
blanca, y de cada destello de su virginidad.
¡te gusta gordi? Huele como Flopy? Contame,
dale! se te re para el pito, así que te calienta la Valen! Si la habrás visto
en pañales, o en bombacha! Dale, olela toda nene!, me decía al oído, pajeándome
bien suave. Hasta que aventuró impaciente:
¿querés que te la chupe, mientras vos le olés la
bombachita a la hija de tu amigo?
No hubo más palabras. Mi esposa se declaró
inimputable a la dureza de mi verga para empezar a recorrerla con su lengua
caliente, para cubrirla con su saliva y succionar con unos ruiditos que me
hacían alucinar con que era nuestra Flopy la que yacía en esa cama. Cintia
estaba decidida a sacarme la leche a como dé lugar, y mi oxígeno seguía
perturbado por el olor de esa nenita inocente.
Pero, entonces, nos metimos en la cama
enseguida, porque los dos escuchamos que Gabriel andaba por los pasillos, tal
vez buscando un analgésico, o un antiácido. Eso no evitó que mi semen se
derrame inoperante, copioso y lleno de espasmos en la sábana, casi que en las
piernas de Valen.
Tuve que calmar la libido de Cintia muchas
veces. No se podía dormir, a pesar de que la masturbé para hacerla acabar.
Estaba pasada de rosca, y más caliente que nunca.
¡che, cuando lleguemos a casa, quiero que le
huelas la cola y la conchita a la Flopy, porfi gordo, te quiero ver haciendo
eso! Te juro que mañana mismo le saco la bombachita y nos encerramos en la
pieza a coger! Quiero gritar como una puta! Aaah, y ojito, que la Lauri te
anduvo mirando el paquete!, fueron algunas de las cosas que decía la guarra
antes de quedarse dormida.
Por la mañana desayunamos con las ojeras a
flor de piel, charlamos un rato, esperamos a que vuelva la luz, la que jamás
nos dimos cuenta que se había cortado, y nos fuimos rapidito para casa, luego
de agradecerles por todo y desearles lo mejor en sus merecidas vacaciones.
Antes pasamos por lo de mis suegros a buscar a Flopy.
En el camino ninguno de los dos dijo nada. Tal
vez por la conmoción, la vergüenza, o el miedo a nuestros propios prejuicios
morales, o valla a saber qué. Cintia no quiso fumar, y yo no puse ninguna radio
de clásicos internacionales.
Pero apenas Flopy entró al auto, todo pareció
volver a la normalidad.
¡Valen te extrañó mucho mi cielo! ¡dijo que la
próxima vez que no quieras ir a visitarla, le mandes una carta!, le dije a mi
niña, un poco para ver su carita de enojo.
¡cómo te portaste Flor? Ayudaste a la
abuela?!, le dijo Cintia, algo más relajada. Flopy nos contó que amasó fideos
con el abuelo, que miraron algunas películas, y que se re divirtió con sus
primas, que también fueron de visitas.
¡y te cambiaste mi vida? Te bañaste ayer?
Digo, porque, me parece que tenías olorcito a que no te bañaste!, le dijo luego
mi esposa.
Flopy le dijo que no porque no tenía ganas, y
que encima la abuela la retó por eso. Después charlamos de cualquier otra cosa,
fuimos al súper, pagamos unas cuentas y llegamos a casa.
Ya en la cocina, apenas Flopy quiso ponerse a
jugar con la compu, Cintia la paró en seco.
¡Flopy, vení acá! ¡sacate el pantalón y la
bombachita, y te vas a bañar, dale?!
Yo estaba acomodando unas cosas en la
heladera. Juro que no quise mirar a Flopy, pero Cintia me pidió que lo hiciera.
Verla bajándose la bombacha me puso la pija al palo, y más cuando Cintia la
abrazó en su pecho, le dio un chirlito en la cola y le dijo:
¡uuuuy Flopy, tenés olor a pichí mi vida,
mirá, olete la bombacha!, y le acercó la prenda a la nariz.
¡andá a bañarte, que ya te llevo la ropa y los
toallones limpios!, agregó luego, y nuestra hija partió para el baño, desnuda,
con esa cola gordita reluciente y su cabellera larga en libertad.
En cuanto Flopy cerró la puerta, Cintia se me
colgó de los hombros y me fregó toda la bombacha calentita y húmeda de nuestra
hija en la cara, y mientras me mordía los labios, me tocaba la pija parada y se
quedaba en tetas me decía:
¡olela gordito, mirá el olor a conchita de tu
nena! Pasale la lengüita, olela toda, que se te pone re dura la pija bebé! Y
ahora vos le vas a llevar los toallones, y un shortcito, y la bombachita
limpia, querés?!
Esa vez Flopy tuvo que esperar un lindo rato
para secarse y vestirse, porque a Cintia se le ocurrió bajarme pantalón y
bóxer, fregarme las gomas en la pija y luego enredar la bombachita sucia de la
nena en mi tronco para ponerse a lamer, succionar y saborear mi glande a punto
de sacudirme lo poco que me quedaba de cordura. Tenía el cuerpo tenso, la boca
seca, las manos incapaces hasta para sostenerla del pelo, cosa que me fascina
hacerle cuando me hace un pete, y el cerebro como ensardinado en una cajita de
fósforos. Aparte me escupía con todo y se palmoteaba la cola con la pollerita
subida mientras mi pija le atravesaba la garganta. Además, estaba maravillada
por el aroma de Flopy en mi verga.
Apenas mi leche saltó como un disparo imposible
de frenar en su boca, ella se levantó y se la escupió toda en las tetas, y la
acompañé a la pieza de Flor para ir a buscarle la ropa, la que debía llevarle
al baño.
Pero, la encontramos sentadita en la cama, con
el pelo mojado, desnuda y todavía con los vapores de la ducha en la piel, con
los ojos reclamándonos porque no la oímos cuando nos llamó ni bien terminó de
bañarse.
Cintia me dio un parcito de medias, una
bombacha rosa y una remerita para que yo se las ponga, y ella la secó con su
toallón de ositos preferido.
¡escuchame Flor, tu papi te va poner la
ropita, sí? Y, no te hagas problema, que ya estás en casita! No hace falta que
te bañes todos los días como dice la abu! A nosotros no nos molesta verte
sucia, no cierto gordi?!, me dijo sonriendo de repente, sin darme tiempo a
elaborar una respuesta.
¡eso sí Flopy, todas las noches te cambiás la
bombachita y las medias, sí?! Si no querés no te bañes, pero cambiate mi vida!,
le decían mis latidos, poniéndole las medias, atontado por el panorama de su
sexo pequeño, expuesto y fragante. Tenía olor a limpita, y estaba desesperada
por irse a jugar. Así que, en cuanto terminé de ponerle la bombacha, Cintia
dijo:
¡bueno mi amor, a jugar, dale! hace calor, así
que no es necesario que te pongas pantalón! Solo estamos nosotros, tus papis!
Vamos Flor, y dale que ya vamos a comer algo!
Entonces, Flopy salió alborotada,
desparramando frescura y sonrisas. Al rato todo era silencio, porque se internó
en la compu, mientras nosotros no dábamos más de la calentura.
El almuerzo fue insoportable, porque Flopy se
devoró las salchichas y la ensalada en calzones, inquieta por seguir jugando.
Durante la siesta Cintia y yo nos matamos en
la cama, lamiéndonos y chupándonos como unos desaforados. Le acabé en las tetas
y en el culo, como resultado de una fiebre que nos hacía tiritar hasta los huesos.
Cintia gritaba indomable, me pegaba con las tetas y me pedía que le azote el culo
con todo.
¡quiero que nos escuche la sucia de Flopy, cogeme
guacho, dame toda esa pija bien adentro, abrime el culo, sacame las ganas de
andar hecha una putita nene! Te gustó ponerle la bombachita a la Flopy
puerquito?!, me prepoteaba fuera de todo recato, y yo no deseaba otra cosa que
penetrarla hasta que me pida por favor que pare.
Pasó una semana llena de obligaciones. Pero
Flopy estaba de vacaciones, por lo que toda su preocupación era jugar. Todas
las noches Cintia inspeccionaba que se cambie la bombacha, y se traía a nuestra
cama la que dejaba sucia, tirada en el suelo de su cuarto. Entonces, cuando ya
sabíamos que nuestro angelito dormía en paz, empezábamos a calentarnos entre
chupones, franeleos, besos obscenos, mordisquitos, nalgadas y palabritas chanchas,
perfumándonos con los olores de Florencia. A veces en nuestro cuarto, pero la
mayoría en el living. Esas bombachitas venían cada vez más sucias, y eso nos
hacía suponer que ni se bañaba la cochina!
De repente, una noche escuchamos que Flopy bajaba
las escaleras envuelta en un pánico que nunca le habíamos visto. Lloraba en
silencio, como queriendo darse valor, temblaba y casi no podía abrir la boca.
¡qué pasa Flopy, qué viste? Fue una pesadilla?
Contanos mi cielo! Acá estamos, para escucharte, y no te va a pasar nada!, le
decíamos abrazándola completa, en medias, bombachita y musculosa. Yo ni me
había dado cuenta de que estaba hecha pis.
¡Menos mal que la pija se me había bajado del
todo por el susto, y que alcancé a subirme el calzoncillo! Es que, Cintia me la
estaba mamando cuando Flopy nos alertó. Pero ella tuvo que decirle:
¡Perdón Flopy, no te asustes, que son las
tetas de mami! Pasa que me mojé la remera, y me la tuve que sacar!
Eso hizo reír a nuestra niña, y por un momento
olvidarse que, andaba viendo videos de miedo en la computadora. Ambos le
pedimos que no vea esas cosas cuando está solita, y enseguida Cintia alarmó una
vez más a todos los leones de nuestra sangre alterada:
¡fijate lo que te pasó por mirar esas
porquerías! Hasta te hiciste pichí mi amor! Además, todas esas cosas no
existen! Ya lo hablamos! Pero, heeeeemmmm, te tengo un trato! Querés venir a
dormir con tus papis? Aparte, seguro dejaste toda la camita mojada cochina!
Flopy estuvo un rato a upa de Cintia, mientras
yo le servía agua, le improvisaba un cuentito para que se tranquilice, y hacía
pavadas para que se ría.
Finalmente, la acostamos con nosotros, y
Cintia prefirió sacarle la ropita para que duerma más cómoda. Pero no pudimos
llevarla al baño para que se dé una duchita, porque nos habían cortado el agua.
Ya entrada la madrugada, Flopy dormía
tranquila, en el medio de los dos. Cintia estaba enloquecida por tocarme la
pija, y yo por chuparle las tetas. Así que lo hicimos, con todo el cuidado.
Hasta que Cintia se sacó la bombacha y se empezó a pajear solita, ya habiendo
dejado a Flopy del lado derecho de la cama. Entonces, ahora yo podía morderle
esas gomas a mi gusto, masturbarla y escuchar sus gemiditos al borde de
cortarme la oxigenación.
¡quiero coger ahora, con la nena en la cama,
que se despierte y nos escuche, dale gordi!, me decía mi esposa, ya casi subida
sobre mi cuerpo.
¡te gusta que la tengamos con olor a pis en la
cama, como cuando era bebé? Dale guacho, meteme esa pija y matame, rompeme la
concha!, dijo, sin importarle que Florencia balbuceara algunas palabras, quizás
a punto de despertarse. En breve, su conchita libidinosa y colmada de flujos se
devoraba hasta el tronco de mi pene durísimo, sus tetas comenzaron a tatuarse
en mi pecho como una consigna imborrable, su clítoris buscaba friccionarse
contra todo lo que pudiera de mi pubis, y su aliento era rescoldo para mis
manos que no paraban de separarle las nalgas, de rozarle el agujerito del culo,
ni de confiscarle las libertades a sus piernas al darle tiernos pellizcos.
En eso, Flopy bostezó, me dio un codazo sin
querer, y abrió los ojos como sin conprender lo que veía.
¿qué están haciendo che? ¿están jugando a
algo?!, nos preguntó hamacándose entre el sueño y la realidad.
¡sí mi amor, estamos jugando porque nos amamos
muuuuchíiiisimo, y a que hacemos bebitos! Te acordás que el otro día te
expliqué cómo se hacen? Bueno, ahora tu papi y yo estamos buscándote un
hermanito bebé!, dijo Cintia, otra vez ganándome de mano.
Entonces, una vez que Flopy se quedó conforme con
la respuesta de su mami, Cintia perdió la cabeza cuando volvió a hablarle. Mientras
tanto su vagina seguía exprimiendo los jugos de mi pija cada vez más gordita y
perturbada.
¿Florcita, vos lo querés a tu papi?!, le dijo
dirigiéndole toda la visión de sus tetas al aire.
¡sí mami, obvio, y a vos también!, respondió
la nena sin sorpresas.
¡bueno, vení chiquita, vamos a darle un besito
en la boca a papi, las 2 juntitas, querés? Para demostrarle que lo amamos y que
nunca lo vamos a dejar solito!, le decía mientras la traía con suavidad hacia
mí, ventilando la sábana para que el airecito nos estremezca la piel, y para
que ese olorcito a pis que coronaba su cuerpito nos haga ensoñar con lo
imposible.
De repente, Flopy acercó su boca a la mía, y
me dio un beso tierno, tibio y con un poquito de baba, con esos labios
carnosos, tan parecidos a los de Cintia. Ella también le dio un piquito, y le
pasó la lengüita por los labios, diciéndole:
¡tu mami también te ama mi amor, y está
enamorada de vos, tanto que hasta ese olorcito a pis que tenés es lindo!
Mi pija continuaba incrustada en la vagina de
mi esposa, y la guacha se ladeaba, gemía bajito y me laceraba de vez en cuando
el pecho con sus uñas, a la vez que seguía interactuando con nuestra hija. Ella
estaba sobre mí, con el culo para arriba y sin la menor intensión de abandonar
mi virilidad.
¡bueno Flor, ahora dale un besito a las tetas
de mami, sí?!, se aventuró a pedirle, cuando yo debía esforzarme por no
largarle toda la leche y sacudir la cama con mis implosiones testiculares,
alarmando a Flopy, y a nuestras propias perversiones.
Cuando escuché los chuponcitos de Flopy en los
globos de mi mujer, le insinué con palabras entrecortadas que ya era
suficiente. Pero ella quería hacer las cosas a su manera.
¡así Flopy, dale, otro besito más mi amor, y
si querés mordelas despacito! Y vos no tengas miedo papi, dame eso si querés!
Así mi nena hermosa!, decía resuelta a convertirme en un depredador sexual.
Hasta que Flopy se acomodó para dormir, y
Cintia le dio un último beso en la boca, diciéndole:
¡Sabías que yo también tenía la lengua cortita
como vos cuando era chiquita?!
Y se rieron tan musicales como sorprendidas,
sabiendo que la madrugada no era momento para que nuestra hija esté tan
despierta.
No obstante, antes de dejarla dormir, le pidió
una última voluntad.
¡Sacate la bombachita Flor, que total nadie te
ve, sí? ¡Y después, dásela a tu papi!
Durante esos segundos en los que Florencia se
quitaba el calzón, Cintia se quedó quietita, sintiendo los espasmos de su
clítoris y los latidos de mi glande. No sé si aquello era peor todavía para el descarrilamiento
de las emociones y la carne tentada por el desatino irresponsable.
Apenas Flopy puso en mis manos su bombachita
con un dulce “tomá papi”, esperamos un ratito hasta que se duerma. Entonces,
Cintia me empezó a coger con todo, segura de que Flor pensaría que estábamos
jugando. Solo que me frotaba esa bombachita más caliente y húmeda en la nariz
diciendo en mi oído como una llovizna constante:
¡Olela mi amor, dale, dame la leche oliendo el
pis de tu nena, dale que las 2 te amamos! Te gustó que te coma la boquita? no
sabés cómo me mordió el pezón la pendeja! ¡mirá lo que tengo en esta mano!
Una de sus manos tenía grabado el olor de la
conchita de Flopy. Ella misma se la había tocado mientras se besaban.
Le largué la leche en medio de un torbellino
de vaivenes, apretones, mordidas en los labios, chupones en el cuello, y apenas
ella se metió en la boca toda la bombachita de la nena. Todo lo que podía
deducir de sus palabras en ese momento eran cosas como: ¡dame pija, quiero
lechita, dale hijo de puta, haceme un bebito!
Juro que pensaba que me estaba meando adentro
de su conchita por lo abundante de mi derrame seminal. Además, despertamos a
Flopy una vez más. Pero esta vez no nos detuvimos a escucharla, si es que tenía
algo por preguntarnos.
Nos costó dormirnos enseguida. Ella no paraba
de decirme que le había encantado ver a Flopy besándome, y a mí se me hacía
difícil controlar mis erecciones con el olor de Cintia invadiéndolo todo, y el
de Florencia endulzando cada gota de morbo que deambulara por la noche vampira
y desordenada.
Al otro día, Flopy se levantó desnudita ante
nuestros ojos, y apenas Cintia le preguntó si ya quería desayunar, la nena le
dijo que sí, pero que primero iba al baño a lavarse la cara y a hacer pis.
¡Gordo, vestite y acompañala! Digo, así le
prendés el calefón, y se da una ducha la chanchita!, me dijo Cintia llena de
suspicacia en la voz, y mientras Flopy se ponía unas ojotas, deslizó en mi oído,
como si fuese una dulce caricia:
¡quiero que la veas y la escuches cuando haga
pichí! Después venís, y mientras me cogés me contás! Fin
Nota: este relato puede continuar si así lo
desean. Solo escriban al mail que se detalla luego, y si juntamos al menos 5
interesados, le doy para adelante con la continuación!
Recordá que este, o cualquier otro relato del blog, podés pedírmelo en audiorelato, a un costo más que interesante. Consultame precios y modalidades por mail.
Este es mi correo ambarzul28@gmail.com si quisieras sugerirme o contarme tus fantasías te leeré! gracias!
Acompañame con tu colaboración!! así podré seguir haciendo lo que más amo hacer!!
Cafecito nacional de Ambarzul para mis lectores nacionales 😉
qué lástima no tener la continuidad...es un placer continuo sentir esas sensaciones de lujuria sin medida, tú conviertes lo perverso en lo más deseable y necesario entre hombre y mujer, moldear a nuestro gusto a esos inocentes compañeros de cama, y sentir como confían, colaboran y crecen hasta ser conscientes de lo que hacen, y ya no quieren dejar de ser parte del sexo de quien los enseñó y acostumbró a ello.
ResponderEliminar