Cuando cumplí 15 pude hacer realidad un sueño que tuve cierta noche que pasé en la casa de mis tíos. Unos días antes me puse de novia con Fernando, un chico 3 años mayor que yo, híper inteligente, re traga en el cole y con unos ojos azules que me mataban. Pero lo que más me calentaba era su desfachatez. Me tocaba la cola en la escuela delante de sus amigos, me chapaba en la calle por sorpresa, me apoyaba el paquete cuando volvíamos a nuestras respectivas casas en el colectivo, y si viajábamos sentados me hacía masajes eróticos en la vulva sobre mi calcita. Hasta ese momento solo había cogido con un primo a escondidas en lo de los abuelos, y una mañana con un pibe, con el que ni dio para ponernos de novios. Era un tarado, egocéntrico y mentiroso. Por eso, cuando llegaba a mi casa tenía que cambiarme toda porque me dejaba re mojada el turrito. Y, lo peor era que no retrocedía. Me aseguró que no iba a garcharme hasta que no cumpliera los 15!
Entonces, entre roces y franeleos, calentadas y chupones groseros, mi cuerpo ardía como el de una perra alzada y callejera que solo quiere pija y más pija. No era muy devota de la paja, pero muchas veces tuve que incursionar y calmarme así. Juro que de otra manera no podía dormir ni siquiera! Quería que me llene la cara de leche! a esa altura yo le había mamado la pija a 3 pibes del club, al que iba a vóley. Me encantaba escucharlos gemir cuando mi boca lamía y besaba sus pitos cada vez más duros. Me gustaba que se me empape la bombacha con tamaño concierto de chupadas y escupiditas. Las 3 veces me tragué la leche. ese fue el más sabio consejo que me dio mi mejor amiga Florencia, que es más grande que yo, y tiene más experiencia.
Antes de haber tenido aquel sueño, Fernando me bajó la calza delante de su amigo Bruno, y me dio unas palmaditas en la cola. Estaba orgulloso de mi culito el guacho, y siempre me decía que todos tenían que verlo! Bruno abrió los ojos, y casi lo mando a la mierda cuando se sumó para nalguearme! Pero Fernando me detuvo con un beso de lengua que me electrizó, diciéndome: ¡Dejalo Romi, si tenés la bombachita puesta, no se te ve nada, no te ortibes! ¡Aparte, se ve que te re gusta chancha!
Ese mismo día lo acompañé al baño, en el segundo recreo para tranzarnos como unos desesperados, y esa vez pude al fin agarrarle la verga sobre el bóxer. Nos re comíamos contra una bacha, hasta que entró Emanuel, otro de sus amigos. El chico se disculpó por interrumpirnos, a pesar que yo era la desubicada en un baño de varones. Pero Fernando no quiso que saque mi mano de su falo, y en cuanto el pibe empezó a mear en el mingitorio, mi novio me decía girando mi rostro: ¡Mirale la pija guacha, dale, y pajeame!
No quería convertirme en el comentario del colegio solo por complacer a ese estúpido que me tenía re loquita. Pensé que estaba loco, que me ponía a prueba, o no sé. Pero se la miré, mientras Fernando se acababa encima de la tela de su bóxer apretada por mi mano, y en cuanto el pibe se fue me pidió que me lama los dedos que había sacado de su virilidad. Emanuel tenía una pija preciosa. Nada que ver con la de los pibes del club, ni con el pitito de mi primo!
Esa vez, en el micro de vuelta a casa me hizo una escena de celos, y no me habló hasta que llegamos a destino. Yo vivo a 2 cuadras de su casa, por lo que nos bajamos en la misma parada. Ya afuera del micro, me arrinconó contra un teléfono público abandonado y me re manoseó las tetas.
¡Te amo pendeja cochina, y sé que estás re caliente! ¡Me gusta que les mires la pija a mis amigos, y que ellos te miren el orto!, me decía con su boca rodando en mi cuello como gotitas de brisa por los jardines floridos.
¡Cogeme acá, rompeme toda, llename de leche ahora!, le supliqué en vano. Pero él, implacable y metódico me acompañó a mi casa, donde otra vez me pajeé como una boludita.
Al otro día tuvimos una pelea sonsa, porque lo pesqué relojeándole las tetas a la puta de quinto C. esa misma noche la pasé en lo de mis tíos porque no quería que cayera a mi casa para explicarme lo que ya sabía. Fernando no iba a engañarme. Yo estaba segura que me amaba. Pero todavía, y creo que hasta hoy no sé controlar mis celos. A veces me ponía re densa, y lo torturaba demasiado con mis pendejadas. Entonces, por miedo a perderlo preferí pasar esa noche con mis tíos, que además son mis padrinos.
Después de la carbonada que cocinó la tía y de un truquito con los dos y un amigo de ellos, me fui a descansar a la pieza que hacía años mi prima abandonó, desde que se casó. Apenas me arropé entre las sábanas, solo en medias y bombacha, tuve unas ganas incontrolables de pajearme. No lo hice, sabiendo que no manejaba mis gemidos si andaba muy alzada. Además, no quería causar ningún accidente en las sábanas de mi tía. Me dormí fastidiosa, pensando en Fernando, enojada conmigo y con la vulva jugosita.
Pronto, como en otra dimensión, en un lugar que no me era familiar, estaba desnuda de la cintura para arriba, de pie, y a oscuras. Hasta que alguien enciende una lámpara, y de repente, en un amplio sillón estaban sentados Fernando, Bruno, Emanuel y Javier, otro de los integrantes del grupo de mi novio. Todos con la pija parada, en bolas y bebiendo cerveza.
¡Dale putita, tomales la leche, que los tenés loquitos en el cole!, dijo una voz de mujer detrás de mí. Giro para ver de quién se trataba, y casi le rompo la cara de una patada. Era la puta de quinto C, desnuda de la cintura para abajo. peor cuando añadió mirándome a los ojos: ¡Dale celosita, que yo ya hice lo mío! ¡Me los cogí un ratito a cada uno, y te juro que la pija de tu chico fue la que me hizo acabar! ¡Todos los que están acá quieren tu boquita bebé! ¡Es más, si yo tuviera pito, también la querría!
Fue como si me desatara de unas cuerdas invisibles. Me les tiré encima y froté mi cola en esas pijas hinchadas. Me quedé en tetas para que me las devoren a chupones y mordiditas, me los trancé y me dispuse a pajearlos. A los cuatro se les desfiguraba el rostro, y sus voces eran sonidos guturales ingeniosos pero terroríficos, cuando mi boca se metía una pija, después otra, luego la siguiente y por momentos de a dos a la vez. Les escupía los huevos y les daba tetazos, una vez que Fernando y Bruno me las babosearon.
De repente la piba de quinto C me lamía los senos con dulzura, donde segundos antes los cuatro cabrones me habían descargado sus lechitas abundantes. Me acariciaba el pelo y trataba de abrirme las piernas para tocar mi sexo. Yo me moría de ganas de besarla en la boca, pero ella no me dejaba.
Cuando me despierto presa de un calor extraño, descubro que tengo los dedos de mi mano derecha en la boca, y que los de mi mano izquierda pululaban adentro de mi bombacha re contra mojada. Lo gracioso es que la tarada de quinto tenía terrible pija entre esas piernas de bailarina, aunque solo fue en el momento en el que me devoraba los pechos.
A la semana siguiente llegaron mis 15 años, precipitando al aire y a las mariposas que me recorrían entera. Fernando me lo había prometido, y ahora solo estaba deseando eso. Que me coja bien cogida!
No tuve fiesta, ni tampoco presioné a mis padres para tenerla porque comprendía nuestra situación económica. Mi cumple cayó un viernes, y mi mamá preparó unos canelones deliciosos, solo para mis hermanos, mi viejo, mis abuelos, Fernando y Analía, mi cuñada. A eso de las 12, después de abrir un montón de regalos, hicimos un brindis, cortamos una torta que hizo la abuela, y una vez que todos los grandes se fueron, que mi hermano más grande salió con su novia y el otro con sus amigos, Fernando acompañó a Ani a su casa, porque la tonta se emborrachó con las sidras. Aunque me prometió que enseguida volvería para mirar una peli conmigo, o lo que yo quisiera hacer. Mis padres se fueron a dormir, y yo me ponía más nerviosa a cada minuto.
Decidí esperarlo en corpiño y colaless con la idea fija de pedirle mi merecido regalo. Pensé sin querer en aquel sueño, y tuve unas ganas de tocarme que me desbordaban. Apenas me hice unos masajitos en la chuchi noté que se me re mojaba la bombacha, y en ese preciso instante sonó el timbre. Le mandé un SMS a Fernando para avisarle que estaba abierto, que cierre con llave una vez que haya entrado a casa, y que venga a mi pieza rapidito. En eso habíamos quedado. Solo que el colgado no debía tocar el timbre. Si alguno de mis viejos se despertaba, mi plan se iba al carajo, y no estaba dispuesta a frustrarme.
Cuando oigo el picaporte de la puerta, entro en algo parecido a un pánico colmado de éxtasis. Pero, para mi sorpresa y mi decepción, Fernando no entró solo a mi cuarto. Lo escoltaba Emanuel, Javier, Bruno, Cristian y Gustavo. Con los últimos dos volvió a hablarse después de un tiempo, por algunas cuestiones de ellos que nunca supe. Le pedí explicaciones. Pero solo hubo silencio, hasta que Javier cerró la puerta con llave y pasador.
¡feliz cumple chiquita!, dijo éste acercándose a la cama, donde yo estaba sentada, pálida y confusa.
¡mirá cómo nos esperaba la turrita!, dijo el Ema quitándose la remera.
¡mirale las tetas Fer! ¡Está re perra tu novia!, exclamó Bruno con los ojos desorbitados.
¡me parece que la bebé no nos esperaba che! ¡dale, sonreí que es tu cumple, y todos vinimos a hacerte la fiestita pendeja! ¡hay que festejar que ya no sos una nena!, desarrolló Gustavo, mientras el Mudo, como le decían a Cristian, me tocaba las piernas.
¡che, se re deja la putita!, le dijo Emanuel a Fernando, y él se me acercó para comerme la boca, tranquilizando por un segundo a mi desconcierto y recostándome sobre la cama.
¿qué onda boludo? ¿qué es esto? ¿qué hacen todos tus amigos acá? ¿por qué no me dijiste que…, intenté cuestionarle. Pero ahora todos me recorrían con sus manos, me masajeaban la cola, la panza y las gomas, me metían dedos en la boca, me frotaban los pies y me hacían alguna que otra cosquilla para que me relaje del todo. Fernando estaba a uno de los lados de la cama, y casi lo reviento cuando me tomó una mano para posarla sobre su paquete erectísimo.
¡apretala nena, dale guachita, calentate toda mami, que hoy la vas a pasar bomba!, me dijo el descarado, y yo no iba a contrariarlo. Las caricias de los pibes aumentaban, y ahora le agregaban besitos y lamidas por doquier, aunque solo por mis zonas superficiales.
¡qué rica piel tenés loquita! ¡me encanta tu olor a nena virgen! ¡esta colaless te queda bien de gatita mami! ¡date vuelta así te vemos esa cola de perra! ¡tocale la pija a tu novio chancha, pajealo a ese cornudo!, me decían entre todos, cuando Fernando me imponía: ¡haceles caso a cada cosa que te pidan amor, y la vas a pasar de puta madre, pajeame trolita!
Entonces, ahora mi culo era el blanco de varias manos que lo nalgueaban, de varias bocas que se atrevían a besarlo, morderlo y lamerlo, y de algunos dedos rebeldes que me estiraban la bombacha. Además me besaban la espalda, me mordisqueaban los hombros, me tocaban la nuca con la puntita de sus lenguas, lamían mis orejas y me decían todo el tiempo: ¡tranqui bebota, gozá nena, mojate toda, relajate zorrita, que tu cuerpito pide pija a morir!
Entretanto Fernando gemía con mi mano apretada entre su bóxer y sus huevos, ávida por sacarle la lechita en una paja encarnizada, con la que finalmente me pegoteó los dedos. Alguno de ellos me desabrochó el corpiño, y otro logró bajarme apenas la bombacha para tocarla y asegurarles a los demás que la tenía muy mojada. Mientras tanto Fernando me pidió que me lama y escupa los dedos que me había enlechado, y se sacó el pantalón al tiempo que decía: ¡no Gus, acomodale la bombacha como la tenía!
Después agregó: ¡bueno loquitos, se me sacan los pantalones, y se sientan un rato en el piso, hasta que yo les diga!
Los chicos se me alejaron, y Fernando me vendó los ojos con un pañuelo para luego acostarse encima de mí y murmurar en mi oído: ¡feliz cumple tontita, y no me digas nada! ¡ya sé que querés mucha leche pendeja divina! ¡así que ahora me la vas a chupar un ratito!
Oía los comentarios y ruidos de los pibes cuando mi boca se nutría de los restos de semen que tenía la pija de Fer, y de sus nuevos juguitos. Los imaginaba pajeándose y me retorcía de placer. Se la chupé con un deseo que no sabía dominar. Le lamí los huevos, y por un momento le chupé el culo mientras lo pajeaba. Ahí sus amigos estallaron en frases de admiración. Creo que fue el Ema el que dijo: ¡Es re petera la sucia loco! ¿vieron lo que hizo la puerquita?!
Fernando me puso de pie, y aprovechándose de mi nula visión, me re apoyó la pija dura en la cola, me la calzó un ratito entre las nalgas aunque sin empujarme, palpándome la conchita, supongo que con su pulgar, y entonces me dijo en voz muy baja: ¡arrodillate y ponete a gatear por la pieza! ¡te vas a encontrar con los chicos! ¡al primero que descubras le hacés un pete! ¿escuchaste?!
Eso, más el chirlo que me dio en la cola antes de convertirme en una babosa por el piso, me desordenó por completo. Empecé a caminar en 4 patas, moviendo la cola por pedidos de mi novio. No entendía por qué me entregaba así a sus amigos. Pero no tenía tiempo de pensar en el amor y esas cosas. Mi clítoris parecía dolerme de tan hinchado, cuando al fin me choqué con uno de ellos. La respiración lo delató, ya que todos guardaban silencio hasta para tomar aire. Le toqué las piernas con las manos y, rápidamente llegué a su verga envuelta en un slip suave.
¡dale nena, comele la pija!, dijo mi novio acariciándome las tetas, mientras yo juntaba mi rostro al calor del bulto del incógnito para frotarlo, olerlo, pasarle la lengua por los costados de su slip, reconocer sus huevos hinchados y el fragor de esa pija durísima.
¡si me decís quién es, te saco el pañuelo!, dijo Fernando, cuando mi boca ya empezaba a envolverle el glande saladito de jugos y hormonas. No podía saber semejante cosa! solo por arriesgar un nombre le dije que era Gustavo, y acerté. Eso me devolvió la vista, y entonces mis sentidos pudieron completarse para disfrutar plenamente.
Fernando quiso que le coma la boca a Gustavo mientras me quitaba el pañuelo, y entonces, ya con la luz a mi disposición se la seguí chupando. Hasta que Emanuel gritó: ¡Heeey, viciosa, pará un poco! ¡que acá estamos nosotros guachona!
Ahí recién los vi a todos en calzoncillos, pajeándose sin vergüenzas ni pudores.
¡dale perrita, empezá a mamar pija como te gusta, que hoy se la vas a chupar a todos!, dijo Fernando, y todos, incluido mi novio, hicieron una ronda a mi alrededor. Empecé a chupársela a Bruno, mientras todos me pegaban en la cola. Después la del mudo, que además no tenía pelos en el pubis, y enseguida la del Javi, la más larga de las pijas que me hacían alucinar. Gustavo me pegó con la suya en la cara, y Fernando se puso de pie, decidido a apoyármela toda en el culo para que me entere de su calentura. El cochino comenzó a pajearse entre mis cachetes, mientras mi boca saltaba del pito de Bruno al de Emanuel, que era el único que no tenía calzoncillo, porque ya se había acabado encima.
Luego, por unos minutos Fernando me levantó las piernas del piso, y yo debía sostenerme solo con las manos, como si fuese una carretilla. De esa forma se la mamé a Bruno y a Javi, cuyo olor a pis me desquiciaba, mientras mi novio me daba golpecitos en la chuchi con su poronga, y los demás me besuqueaban. En un momento me metí las dos pijas en la boca, y en cuanto empecé a rozarles el cuero con mis dientitos, las dos lechitas fueron un río en mi boca jadeante y colmada de baba, asqueada del aroma de esos huevos laboriosos, y algo cansada de tanto succionar y lamer. Me las tragué mirándolos a los ojos, ni bien Fernando me arrodilló sobre un almohadón y les pidió al mudo, a Gustavo y a Emanuel que me cojan la boca sin ninguna mesura. No sé si podría describir la dulce tortura a la que me sometieron, presos de una violencia y una fiebre sexual que parecía transformarlos en animales en celo. Me arrancaban los pelos haciéndome lagrimear, me pegaban en la cara como si me tuviesen bronca, me mordían los dedos de las manos, me daban pijazos por donde se les antojaba, me insultaban y se reían cada vez que me escuchaban eructar entre arcadas y sollozos. Pero yo no podía decir que estaba sufriendo ni mucho menos!
Me ponía muy puta que el mudo me la dejara clavada en la garganta unos segundos, mientras me apretaba la nariz y me regalaba unas penetraditas con las que mis sienes me contraían los pensamientos. El Ema fregaba su pija en mis gomas ni bien yo me las escupía, y me tocaba los pezones con su glande cada vez más afuera del prepucio. Gustavo me hacía chuparle los huevos y el culo, cuando Fernando me sostenía del pelo para que lo mire a los ojos, convirtiéndome en una cerdita incurable.
¡dale nena, tomá la leche, chupale el culo al negro, sacales toda la lechita, que te encanta la mamadera zorra, mojate toda mami, que ya le voy a dar pija a esa concha hermosa que tenés!, me prometía mi novio, justo cuando el semen del mudo me maquillaba toda la cara, y Gustavo acababa en mis manos, puesto que ellas lo pajeaban con mucho esmero, al tiempo que mi lengua le coronaba el culo con mi saliva y sus lametones. Al Ema se la tuve que chupar un rato más, y eso fue mientras Fer me azotaba la cola con una alpargata que encontró debajo de mi cama, una vez que me puso en 4 encima de los pantalones de los pibes que yacían desparramados en el suelo.
¡chupá peterita sucia, dale zorra, y yo te pego todo lo que quiero por putita! ¡tragate todo asquerosa, quiero escucharte lamer y gemir!, me decía Fernando sacándome la bombacha, sin detener sus alpargatazos contra mis glúteos, y mi boca se servía de la lechita del Ema, que jadeaba como un tarado en el punto máximo de su estado de gracia, con sus huevos transpirados y su pija caliente encallada en mi garganta.
¿quién quiere la bombachita de la cumpleañera?!, preguntó el canalla de mi novio mientras me ayudaba a pararme, estrujando mi tanga en una de sus manos. Todos se alborotaron y se nos pegotearon como moscas. Pero Fer arrojó mi calzón al suelo, y el más lúcido fue Cristian, que prácticamente lo atrapó en el aire.
¡chicos, quédense a mirar si quieren, pero no hagan ruido giles, que los papis de mi novia duermen!, les dijo amasándome las tetas. No podía creer que, en breve Fernando estuviese lamiéndome la conchita delante de los pajeros de sus amigos, ni que vuelva a pedirme más lamiditas a su verga tan hinchada como repleta de juguitos, y que no tuviera inconvenientes en sentarme sobre sus piernas para frotar su dureza en mi conchita mojada. El turro me hundía algunos dedos allí, y ambos los saboreábamos mientras nos comíamos la boca, o él me devoraba las tetas con unos chupones que me hacían gemir y pedirle pija como nunca a nadie.
¡tranqui nena, que te la voy a dar toda, por putita viciosa!, me decía, y los pibes aullaban de excitación, pajeándose otra vez con los olores de mi bombacha, la que se compartían como en un acto de fraternidad.
Lo entendí todo recién cuando Fernando deslizó acomodándome en la cama boca arriba para luego besuquearme toda con algunos dedos frotando mi clítoris: ¡qué lástima que no esté la calentona de quinto C con su pito parado y esas tetotas! ¿no mi amor?!
Ahí recordé que había escrito aquel sueño en mi diario íntimo, y lo odié por haber violado mi privacidad. Aunque me pareció tierno que busque de todos lados algo para sorprenderme. Por lo tanto, esa era la única forma de que lo supiera. Creo que mi rostro sumido en interrogantes lo obligó a disculparse.
¡perdoname pendeja, pero no sabía qué regalarte! ¡por eso leí tu diario, y se me ocurrió cumplirte la fantasía, aunque a medias! ¡Me faltó convencer a la tetona de quinto C!, decía mientras dejaba caer su cuerpo sobre el mío, orientaba su pene a la entrada de mi vagina y me succionaba ambos pezones a la vez. No pude decirle nada. Solo le permití que me haga lo que quiera, y entonces sentí el impacto de su glande abriéndome la concha, empujando suave pero impaciente, resbalando por mis flujos y apretándose en mi virginidad, la que por fin dejaría de atormentarme. Empezó a moverse y a jadear lentamente, hasta que su ritmo fue incontrolable. Su pelvis golpeaba mi triángulo, su verga se rozaba con mi clítoris y sus chupones no me dejaban en paz. Quería que me meta un dedo en la cola, y se lo pedí. No sabía por qué aquel dolor incómodo, desgarrador y punzante me hacía desearlo más. Cuando probé el dedo con el que rozó mi culito le pedí que me coja más fuerte.
¡así chiquitita, te voy a romper toda la telita cochina! ¡asíii nena, sentila toda putita, que te vuelve loca la verga! ¡abrite más, rasguñame la espalda guacha, cómo te mojás nena, me re calienta tu culo y esas tetas! ¡y ahora tu conchita va a ser mía, te voy a largar toda la leche que te merecés por chancha, por putita mirona, y porque sos una flor de petera!, me decía Fernando, llenándome las tetas de moretones, el cuello de chupones, las orejas de mordisquitos, y poco a poco la conchita con un lechazo caliente, abundante y tan agitado como todo su cuerpo tenso, sus poros expectantes y sus huevos empapados en sudor. No me sacó la pija de adentro hasta que no culminaron las oleadas de semen que me inundaron la vagina intensamente. Era la primera vez que cogía, y encima el divino me llenó la conchita con su leche deliciosa!
Recién entonces volví mi atención a sus amigos, luego que Fernando me juró que me amaba, felicitándome por haberme portado como una nena buenita en medio de un franeleo que me hacía arder y volar al mismo tiempo. Los chicos ya le habían dejado sus acabaditas a mi bombacha y a mi corpiño. Ya estaban vestidos, y en situación de alerta, porque Cristian escuchó pasos por la cocina y el comedor. Fernando se puso la remera y el pantalón, me tapó emocionado al divisar gotas de sangre en la sábana, me dio un chupón en cada teta y me dijo: ¡ya la seguimos princesa! ¡voy a sacar a todos por la puerta del patio! ¡y ni se te ocurra tocarte, que ya te traigo más lechita, mi putita viciosa! Fin
Recordá que este, o cualquier otro relato del blog, podés pedírmelo en audiorelato, a un costo más que interesante. Consultame precios y modalidades por mail.
Este es mi correo ambarzul28@gmail.com si quisieras sugerirme o contarme tus fantasías te leeré! gracias!
Acompañame con tu colaboración!! así podré seguir haciendo lo que más amo hacer!!
Cafecito nacional de Ambarzul para mis lectores nacionales 😉
Me gusto. Creo haber leido otro donde el papa la descubre, los saca rajando y con la nena aun bendada se hace chupar la pija. Increible como siempre tus relatos querida Ambar.
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario! Ese, quizás puede ser otro relato. Pero no sería mala idea que, haya otra chica desvirgada por su papi!
Eliminartremendo relato ambar!
ResponderEliminar¡Graaaaciaaaas!
Eliminar