Para nosotras todo valía. Torneo apertura, clausura, copa Libertadores, Argentina, o partidos amistosos. Siempre que podíamos acompañar a Boca, lo hacíamos. Nicole respira y siente el fútbol como yo. Por eso, supongo que desde que nos conocimos en la previa de un Boca Gimnasia de La plata, conectamos tan bien. Ella no fuma porro, ni toma cerveza, ni es tan desatada como mis malditos impulsos. Pero es una genia con las formaciones de Boca de todos los tiempos, y las de muchos rivales. Además, es hermosa, con su par de tetas siempre escotadas, su perfume a durazno, su carita de nena atrevida, su mirada sensual y su boquita de petera magnífica. Yo se lo aclaré desde el primer momento, y ella jamás tuvo pre conceptos con mi bisexualidad. Nunca había pasado nada entre nosotras. Aunque ella se perdía largo rato mirándome las tetas o el culo, y yo fantaseaba por dentro con llevarla a mi cama y hacerle un río de saliva entre sus piernas. Pero hace tres años que somos amigas, y siempre quisimos conservar la distancia corporal. O tal vez, aquello pasó hasta que fue inevitable.
Un domingo caluroso de noviembre, Boca se enfrentaba a Independiente, y como nosotras ya teníamos las entradas porque las habíamos sacado por internet, nos encontramos en un café para luego entrar juntas a la cancha. Cuando la vi, algo me decía que, más allá del resultado, a nosotras nos esperaba una tarde distinta. Tenía unas cosquillas especialmente excitantes recorriéndome toda, y más desde que la vi con su vestidito escotado. Tomamos una gaseosa, después yo me pedí una cerveza y ella un licuado, y después fuimos a la Bombonera. Como solo había hinchas locales, como hace años en nuestro decadente fútbol argentino, no había mucho revuelo entre los hinchas. Pasamos enseguida, y nos ubicamos en una platea. Esperamos a que termine el partido de reserva, donde a Nicole ya se le iban los ojos con los pendejitos que movían la pelota para todos lados, y nos pusimos a charlar con unos vagos que ya conocíamos. Al rato, Daniel, uno de ellos, empieza a discutir con un tipo que, al parecer tenía una camiseta de Independiente debajo de la nuestra. Pero todo se calmó enseguida.
Al rato, los jugadores saltaron a la cancha. Banderas, papelitos y todo el cotillón reventó el aire, casi tanto como nuestros cánticos. Los flashes de los fotógrafos ansiosos, los periodistas y camarógrafos se ponían como locos para encontrar el mejor perfil de Tebes, que andaba medio peleado con el técnico. Los relatores de la tele se preparaban para la función, y la voz del estadio empezaba a gritar el nombre de los jugadores para que la hinchada los llene de vítores y aplausos. Salvo a un par de ellos que, eran un poco resistidos por la gran mayoría. Al tiempito nomás, emergió el diablo de Avellaneda, y con ellos un coro de silbidos, abucheos, insultos y puteadas para un pibe que había dicho que nos iba a romper el culo, en un medio partidario del rojo. Nicole empezó a babearse con el arquero, y con el Toto, que hacía sus primeras apariciones en nuestro equipo. Había expectativa, efervescencia y mucha adrenalina en la cancha. El rojo venía para el orto, y nosotros, bueno, bastante golpeados. Para colmo, los primos ganaban todo lo que se les ponía en frente.
Ya promediaba el primer tiempo, cuando tuve que pedirle a Nicole que pare de gritar porque se iba a quedar disfónica. El partido estaba sucio, y al menos, a debían haber expulsado a dos por bando. Pero el árbitro seguía jugando, haciendo caso omiso al penal que no nos dieron, y a los gestos del arquero uruguayo del Rojo. En eso, mientras saltábamos, descubro que Nicole tenía media teta afuera del vestido.
¡Hey mami, se te ven las gemelas!, le dijo un tipo, cuando se cansó de putear a Pablo Pérez, que ahora jugaba para ellos. Yo, me acerqué y le dije al oído: ¿Qué te pasa perita? ¿Querés calentar a los vagos con esas tetas?
Ni siquiera sé por qué llegué a decírselo. Quizás por el viaje del faso que me convidó el Dani, o por las 4 latas de birra que me había tomado. Nicole me miró algo confundida, y buscó arreglarse el vestido. Yo le pedí que no lo hiciera, y le tiré un beso, después de morderme los labios. En ese momento, había tiro libre para Boca, y nadie nos prestó atención.
Mientras tanto, un tipo estaba meta apoyarme, tocarme el culo y tirarme el humo de su cigarrillo en la cara. No estaba segura si mandarlo a la mierda. Por el contrario. Yo le pegaba un poco más el culo a la pija para que me apoye y me lo toque con más ganas, mientras veía que Nicole seguía saltando, con prácticamente su teta afuera. En eso, mientras el árbitro amonestaba al 5 del rojo, me acerqué a Nicole y le subí el vestido. Entonces, Daniel y el Tachu se le pegaron como moscas, al ver que tenía puesta una bombachita de Boca. Empezaron a cargosearla, a decirle cosas y a proponerle una fiestita. Yo me interpuse a ellos, dejándoles bien en claro que no se coge, ni se anda fileteando a nadie cuando juega Boca. De alguna forma logré que vuelvan a meterse en el partido, mientras yo volvía a someterme a las apoyadas del tipo, que ahora estaba en cuero.
El estadio estalló con la expulsión de uno de los centrales del rojo, y después nos lamentamos por dos goles errados. Uno por el Toto. Nicole se puso como loca. Entonces, volví con ella para contarle lo que me estaba haciendo el pelado caracúlico, y, no lo pude evitar. Como todavía seguía con su teta afuera, le di un chupón, diciéndole: ¡Perdoname mami, pero, tenés unas tetas hermosas, que tienen ganas de que te las llenen de lechita
!Ella pareció perder la noción del lugar en el que estaba. Era como si el anillo de Frodo se la hubiera tragado por un ratito .me miró perpleja cuando le pellizqué la cola, y le saqué la lengua ni bien le ofrecí un trago de cerveza. Como no me lo aceptó, le salpiqué algunas gotitas en el vestido.
El partido estaba cerca del fin del primer tiempo. Seguíamos 0 a 0, y más allá de alguna patada fuerte, algunas amarillas y cierto enojo de la popular, todo pintaba para el bodrio. Entonces, el Dani empezó a decirle a un par de vagos que la más bosterita era Nicole, que se había clavado una tanga de Boca. Se los contaba a viva voz para que nosotras podamos escucharlo.
Yo me sentí celosa, porque también me había puesto una bombacha bostera, y un corpiño debajo de mi musculosa. Entonces, le subí el vestido a Nicole nuevamente, le di unas nalgadas, mientras los equipos se metían en los vestuarios, y le mordí la oreja, diciéndole: ¡Los tipos están re calentitos con vos, por tu bombachita nena! ¿Te animás a sacártela, en medio del partido, cuando empiece el segundo tiempo?
Ella no me respondió. Los vagos y un par de pesados que se la pasó escupiendo a una cabina de radio, se dispersaron. Nicole y yo quisimos ir a comprar algo, pero en el medio del barullo nos pusimos a ver unas fotitos que ella había recibido de unos chongos que tenía. Estuvo a punto de pintarle el bajón por uno de ellos, del que seguía media enamorada. Así que, enseguida la animé con el partido, con los tipos que le miraron la bombacha todo el primer tiempo, y con lo que haríamos en el segundo.
¡Nena, te lo juro! ¡Cada vez que veía al Tachu, o al Lole, al Dani o al Rodri, todos tenían la pija parada de tanto mirarte las tetas, y la bombacha! ¡Es más. Al Rodri lo vi tocarse la pija, re embobado mirándote estas tetas de perra que tenés!, le decía mientras los pibes regresaban a sus sitios, los árbitros reaparecían bajo algunas puteadas, y enseguida los dos equipos. En ese momento se las manoseé, sintiendo cómo la bombacha se me empezaba a humedecer por el contacto de mis dedos con su piel sudada. Se escuchó el pitazo del inicio, y el rojo movió. Andrada sacó un remate fuertísimo de Sánchez Miño, y después el Toto reventó el palo derecho de Campaña. El agite, la ola y las ilusiones parecían renovarse. Nicole seguía saltando, excitada y ferviente por los empujones que se daban los jugadores, mientras el Dani y el Rodri saltaban junto a ella, casi que apoyados en sus hombros .entonces, en ese momento crucial, mientras alguien del rojo erraba un gol insólito, yo me subí la pollera para mostrarles a todos que también traía una bombacha de Boca. Esta era del estilo de las bedetinas, y tenía dos dijes en la cola. Se sumaron el Tachu y Lole a mirarme, y en breve, no sé cómo pasó todo. Yo estaba mamándole las tetas a Nicole, mientras le subía el vestido, y alguno de los chicos nos amasaba la cola.
¡Quedate tranquila mami, que los chicos no te van a hacer nada, que no quieras, y no te guste, putona!, le dije, dejándole un halo de saliva colgando de sus pezones, y volví a mamárselos, sintiendo cómo alguno de ellos me chicoteaba la cola con el elástico de la bombacha: diciéndome todo el tiempo: ¡Dale guacha, sacate la tanga para nosotros!
Nicole casi no podía hablar de la conmoción. Solo me dijo: ¡Estás re loca nena!, ni bien empecé a succionarle las tetas. Pero pronto, se dejó llevar, más allá de sus estructuras o temores. En breve, creo que ninguno de nosotros mirábamos el partido. Yo le agarraba las tetas a Nicole después de darle algunas escupiditas, y les decía a los chicos: ¡Vení Dani, tocalas, mirá qué suavecitas las tiene mi amiguita! ¡Tocá Rodri, agarrale las tetas a esta cerdita cochina! ¡Vamos chicos, agárrenle las tetas a esta perrita!
De repente me saqué la musculosa fucsia que traía, y el Lole se encargó de agitarla como a una bandera por encima de las cabezas de los chicos, y le pidió a Nicole que la bese, como si fuese la camiseta de Maradona. Cerca de nosotros, una chica se re comía con otro pibe, y otra con pinta de hija de algún dirigente importante, dejaba que tres flacos de rasta le manoseen el culo. Yo ya estaba más que antojada de una buena pija en la boca, y por el olor que irradiaba la piel de mi amiga, ella también. Así que, decidí que el partido podía esperar.
Después de un tiro libre del rojo, que fue casi lo último que vi, me agaché y le bajé el pantalón al Rodri, que ya estaba prendido de las tetas de Nicole. Ella seguía puteando a los jugadores, mientras el flaco le saboreaba los pezones con pasión, y mi boca se apropiaba de una pija extremadamente dura para lo pequeña que la tenía. De igual forma, acortinada por los demás, empecé a petearlo, a chuparle los huevos y a pajearle la pija cada vez que la sacaba de mi boca, mientras veía cómo el Lole y el Dani le metían mano a la cola de Nicole. En un momento le agarré la mano a mi amiga para que le toque la pija a Rodrigo, y hasta me metí sus dedos en la boca junto con el pito del flaco, para succionárselos y morderlos, como lo hacía con su glande. Escuché que la chancha gimió, y que eso motivó a Daniel para sumarse a chuparle las tetas, en el exacto momento que Rodrigo empezaba a largar su lechita entre mis labios, y los dedos de mi amiga. Así que, mareada y un poco acalambrada como estaba, me incorporé decidida a comerle la boca a Nicole.
¡Dale mami, comeme la boca, que tengo toda la lechita de Rodri! ¡Y vos no te hagas la santita, que también tenés leche en la manito!, le decía, acercándole mi boca abierta a la nariz, mientras Lole le convidaba la teta izquierda de mi amiguita al Rodri. Nicole sacó la lengua y me tocó los labios, en el preciso segundo en que alguno de los pibes empezó a rozarme el agujerito del culo por encima de la bombacha. Eso había sido demasiado. Tal vez porque no había ido al baño en todo el partido, o quizás por la calentura que me abrazaba los pulmones, terminé meándome encima, al lado de mi amiga, y rodeada de esos hombres en estado primitivo. Se lo dije al oído a Nicole, y eso terminó por desatarla a ella también.
¡Amiga, me hice pichí, uuuf, me hice pis acá nena! ¡Soy una chanchita!, le dije al oído, después de probar su lengua en celo. Ella, enseguida le dijo al Dani: ¡Chicos, que alguien le saque la bombacha a la Reve, que se hizo pis!
No sé si fue el Dani el que me subió la pollera para comprobarlo. Pero, lo cierto es que pronto, yo tuve que levantar primero uno, y luego mí otro pie del suelo, para que entre el Lole y el Rodri me saquen la bombacha. Lo vi al Tachu girarla entre sus dedos, mirarla con embeleso y pegarle con ella en la cola a Nicole. Pero, luego no pude ver más, porque el Lole me arrodilló al lado de mi amiga, que seguía con sus tetas al aire, y me encajó su pija en la boca. Estuve un ratito mamando, lamiendo y tragando sus líquidos seminales mezclados con mi saliva. Hasta que me impuse a su fuerza de macho alzado para incorporarme del suelo, y decirle en la cara: ¡Dale nene, arrodillala a ella, y dale la mamadera en la boca!
El Rodri lo hizo por él, y mientras la boca de Nicole no sabía si servirse de esa pija erecta o no, yo volvía a agacharme, esta vez para morderle e la cola y buscar por todos los medios introducirle un dedito en el culo.
¿Te gusta un dedito en el culo mami? ¿Querés que el Tachu, que es un diablito te chupe el culito bebé?, le decía, feliz de haber podido tocarle la vagina también, y comprobarla tan mojada como sus ansias de cogerse a todos los pibes del estadio si pudiera
Entonces, Nicole abrió la boca, y la verga cabezona de Lole empezó a penetrarla. Yo le frotaba el culito, y dos de mis dedos le revolvían los juguitos de su vagina, logrando que de a poco su bombachita sea insuficiente para sostener tanta humedad. Enseguida yo le dejé mi lugar al Dani, que se sentó en el suelo para sentar a mi amiga sobre sus piernas. Poco a poco, casi sin proponérselo, ella tenía la pija de Lole en la boca, y la del Dani en la concha. Tenía todo a su disposición para cabalgarlo cada vez más rápido, y a mí me volvía loca verla coger con la bombachita puesta.
¡Dale amiga, cogé así guacha, dale, reventale la pija con esa conchita mamu, asíii, dale concha a ese nabo!, la alentaba, revolviéndole el pelo, metiéndole algún dedo en la boca cada vez que el Lole le daba una pequeña tregua, y le pellizcaba los pezones para que gima, aunque tenga la boca ocupada.
¿Querés la lechita nena? ¿Querés toda la lechona adentro de la boquita?, le decía el Lole, a punto de disparar , prometiéndole un baño facial inolvidable.
¡¿Querés que te la largue toda adentro guacha? ¡Te la voy a dejar toda ahí adentro nena, para que se te llene la bombacha de leche putita!, le decía el Dani, esforzándose por seguir fundiendo su carne en su vulva hambrienta. Alguien había convertido un gol, y entonces, nuestro espectáculo llamó mucho menos la atención. Pero, de alguna forma, Daniel había empezado a jadear como un león, y Nicole a gemir por más que se le complicara un poco. Lo que tenía que significar que Daniel le estaba acabando todo adentro. En eso, el Lole empezó a estremecerse, mientras me chupaba las tetas, hasta que logró abrir su canilla de semen calentito para la viciosa de mi amiga. ¡Nunca la había visto petear, y la verdad, por la cara de gozo que ponía el pendejo, lo hacía bastante bien!
El Tachu, en el exacto momento en que Nicole se levantaba de las piernas de Dani, había empezado a puertear la cola con su pija re contra parada. Ya sentía que la pollera estaba mojada y fría, y a él parecía no importarle que estuviese meada. De repente Nicole y Daniel me sostenían para que el Tachu, que finalmente era el que tenía la camiseta de Independiente, comience a colocar su pija en la entrada de mi concha. Le pedí a Nicole que me ordeñe las gomas con sus labios. Pero en lugar de ella, Lole y el Rodri asumieron el rol, ya que el Tachu me la metía por detrás de mí. Al ratito, alguno de los chicos me frotaba la bombacha de Nicole en la cara, y eso supongo que fue lo que me hizo gemir, pedir la leche y gritar cualquier cosa. Me sentía tan alzada que, haber tenido contra mis labios la bombacha impregnada de semen y flujos de mi amiga, me ponía más loquita. De repente, casi sin proponérmelo, estaba apoyada en una baranda, con el pubis del Tachu golpeando mi culo, y su pija penetrándome la concha con todo, mientras Nicole me comía la boca. Todo se nos había ido al carajo, y no entendíamos por qué.
¡Miren, lo sexy que es mi amiguita con este vestido y sin bombachita!, empecé a decir, mientras la lechita del Tachu empezaba a chorrearme por las piernas, porque al muy estúpido se le salió la pija de mi concha por la vorágine de las envestidas.
Atrás de nosotras, el pelado que me había estado apoyando tenía la pija afuera del pantalón, y como tenía una bandera inmensa para cubrirnos a todos, recién entonces supimos cómo es que nadie, o muy pocos notaron lo que pasaba. Obviamente, tuve que convencer a Nicole que me ayude con el pelado, a pesar que los vagos no nos dejaban de molestar.
¡Dale nene, metete esa pija en la boca, y hacele un rico pete, que seguro ya re perdimos!, le decía, sin dejar de acariciarle las gomas. Entonces, sabiendo que nada malo podría destruir nuestra amistad, ni bien la vi pajearle la pija al pelado, yo me acomodé en un costadito para abrirle las piernas y encallar mi cabeza entre ellas. El olor de su conchita me embriagó de inmediato. Por lo que ni me lo pregunté. Directamente empecé a darle besitos, luego un par de lamidas, después unos pequeños círculos con mi lengua, hasta que al fin se la comencé a deslizar, y en breve mi boca se llenaba de sus jugos de hembra calentita. La escuchaba ahogarse y toser, porque la pija del pelado era muy ancha para su boquita de nena. Pero siempre voy a recordar , hasta el día que me muera, el gemidito dulce que se le escapó cuando le pasé la lengua por el culito.
¡Así Reve, lameme toda guacha, asíii, qué rica lengua mamiiii!, me decía cuando el pelado se lo permitía, y luego volvía al show de chupadas y atracones. El partido había terminado, y ya todos estaban apurados por irse a la mierda. El malhumor generalizado por un empate con sabor amargo, no colaboraba para nada. Pero finalmente, mi amiga terminó sacándole la lechita al pelado con sus tetas. Tuvo que improvisar un poco, pararse sobre las puntitas de sus pies para envolver aquel pedazo de músculo caliente en sus gomas y empezar a friccionarlas, mientras le escupía, le mordía los dedos de una mano y le decía que era una nena cochina, al mismo tiempo que yo seguía con mi lengua adentro de su vagina. De modo que, ni bien el pelado se desarmó en las tetas de mi amiga, decidimos que era hora de irnos, antes que alguien nos mande en cana, o nos lleven por delante y terminen pisoteándonos.
Salimos de la cancha llenas de chupones, sucias, transpiradas y despeinadas. Nicole tenía restos de semen en sus tetas, el vestido manchado y una sola chatita en sus pies. Al igual que yo, no recuperó su bombachita de Boca. Pero yo, encima andaba con olor a pichí, más allá que la pollera ya se había secado. No sabíamos si tomarnos un taxi, si clavarnos una birra en el barcito de la previa, o si acompañar al Guille, un amigo nuestro, a comer unos panchos. Lo cierto es que cuando pasábamos por donde estaban los chicos, nos aplaudían diciéndonos cosas como: ¡Cómo se tomaron la lechita las nenitas! ¡Seeee, esas son las bosteritas que queremos! ¡Todas putitas, con las conchitas calientes, y boquitas de petera! ¡Las vamos a llevar con nuestros amigos, para que se empachen de lechita!
A Nicole le daban vergüenza esos comentarios. Yo le decía que ponga cara de putita cuando los miraba a los ojos, y ellos la silbaban con más ganas. De modo que, finalmente preferimos ir a mi casa. ¡Teníamos que volver a ver el partido que nos perdimos! Pero esta vez, estaríamos solitas, sin banderas ni griterío. Desde ese día, Nicole y yo nos volvimos más que inseparables, y adictas a la lechita de los hinchas de Boca. ¡Ahora fantaseamos con ir en ropita interior de Boca en plena cancha de River, para que nos cojan a las dos juntitas! Fin
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