Soy Marcos, y siempre pensé que tengo problemas sexuales, ya que empecé a masturbarme a los 9 años, y desde entonces no puedo parar de hacerlo. Claro que no me salía leche al principio. Me tocaba el pito lleno de cosquillas, escalofríos y temblores, y terminaba con las manos meadas. Solo salía una especie de agüita mezclada con pis. Pero ahora que tengo 15 sí que me sale leche, y bastante. Como generalmente me encierro a pajearme en mi pieza, y no socializo demasiado, todos dicen que estoy enfermo, o que soy un zarpado. Razón por la que se me hizo habitual escuchar de labios de mi madre, mis vecinas o mis tías cosas como: ¡ahí salió el enfermito! ¡Se la pasa mirando culos y tetas, pero ni una novia!
Pensaba que era anormal el hecho de pajearme todo el tiempo. Más o menos como a los 10 años, una noche calurosa y con lluvia como para que no se termine nunca, recuerdo que me saqué el calzoncillo, me puse boca abajo en la cama, y sin saber por qué, empecé a frotar mi pito duro y gordito contra el colchón y la sábana. Las inmensas cosquillas que sentía, mientras me fregaba para arriba y abajo, apretando el pito y frunciendo la cola, me hacían sudar, temblar y gimotear. Casi me olvidaba que compartía el cuarto con mi hermano mayor. Entonces, ahí fue que empecé a largar más agüita, pichí, o lo que sea. Pero, después de eso, me sentía cansado. Aunque no tardaba en recuperar la euforia, y necesitaba volver a frotarme, tocarme el pito, apretármelo, sacudirlo y llenarme la cabeza con las imágenes de las tetas de mis primas, el culo de mi tía Mabel, o las calcitas ajustabas que se ponía mi vecinita.
En el colegio ya no podía evitar tocar a mis compañeras, o dejarles notas guarras en sus carpetas. Me gusta dibujarles tetas, pitos con huevos grandes y peludos, o alguna concha abierta con gotas de leche y culos con moretones. Me encanta ver cómo se sonrojan y me insultan, porque sé que mis actitudes las calienta, pero saben que es incorrecto, inmoral, o sucias. No entendía por qué, pero cuando me imaginaba que mis compañeras iban a la escuela con la bombachita sucia, sentía más escalofríos en la verga.
Yo también sabía cuando era chiquito que estaba mal tocarme el pito en cualquier momento. Pero no me reprimía, y lo hacía sin medir las consecuencias, ni los cachetazos que me ligaba. El último fue de mi prima, cuando tenía 9. Estábamos jugando al karaoke, y yo, disimuladamente me metía la mano adentro del calzoncillo, sin dejar de mirarle las tetas, las que lucía en un tremendo escote. Daniela tenía 16, y estaba mucho más tetona que la última vez que la había visto. Por eso, creo que hoy entiendo a las chicas que me pegan muertas de pudor, y no puedo evitar disfrutarlo.
Tengo como 20 compañeras, pero solo una me la para como nadie. Se llama Soledad. Si bien molesto a todas por igual, ella es la que más me pega. Es a la que más le hago bromas pesadas. Debe creer que la odio. Pero ni ahí. Me encanta, desde primer año, y como soy medio tonto no me animo a acercarme de otra forma. Y bueno, le toco la cola cuando pasa cerca de mí, le saco la lengua, le digo chanchadas, o le quito la hebilla del pelo. Para colmo se sienta frente a mí. Por eso le pincho la espalda con la lapicera, le tiro bollitos de papel, le pateo la silla o se la muevo, y le digo que está re linda, y cuando me pregunta qué carajo le dije, ya que le hablo en voz baja, la dejo en ridículo, diciéndole cosas como: ¡Qué te hacés la importante nenita! ¡Yo ni te hablé guachita! ¡Lavate las orejas bebé! ¡Y ya que está, la bombacha también!
Ella pareció ser la más feliz de todas cuando el año anterior me suspendieron por 3 días del colegio, pues, la profe de química me descubrió viendo un video de una morocha que cogía con 2 negrazos en mi celular. Todavía no sé cómo la vieja no me lo hizo bosta contra el piso, aunque no le faltó demasiado.
También la sigo al baño cuando va solita, y le saco fotos sin flash. De hecho, una de las mejores fue hace poco. Todos entraban y se ubicaban en sus bancos para tomar la clase, y yo le bajé el pantalón de un tirón, antes que se siente. ¡Todos le vieron esa cola hermosa cubierta por una bombachita negra!
Paralizado y todo, tan rápido como pude le tomé la foto. Algunos me aplaudieron. Otros la silbaban o le decían cosas como: ¡Uuuuf, zorrita, qué cola mami, qué burrita pendeja! Por suerte ella logró arreglarse la ropa, unos segundos antes que entre la insoportable de historia. Creo que por miedo no me buchoneó. Eso sí. en el recreo, cuando me vio solo me plantó flor de cachetada, sin hablarme, pero fulminándome con esos ojos que, en realidad admiraba.
Algunas veces la veía adentro del baño, trepado a una pared que tiene una ventanita, y se me re mojaba la puntita de solo ver su bombachita algo gris por sus flujos mientras hacía pis. Cuando ella salía de su cubículo, debía esperar un rato en el baño de hombres porque, no encontraba forma de bajármela, y ahí, no podía pajearme. Cuando tengo este tipo de oportunidad, llego a mi casa, me meto en la ducha y me pajeo frenéticamente, unas 3 o 4 veces. Después me queda toda la cabecita roja y me arde, pero nadie me quita lo pajeado. ¡jejeje! Entonces, satisfecho y liviano me pongo a ver tele, o a jugar a la Play, o hago la tarea. En ese rato dejo de pensar en ella. Pero en cuanto veo alguna peli con alguna escena medio fuerte, la guacha vuelve a mi memoria, y me duele el pito, porque se me vuelve a parar sin control.
Hace poco en el colegio nos pusieron juntos para hacer un trabajo práctico con otros 2 compañeros, Camila y Dylan. A Sole no le gustó para nada cuando supo que le tocaba conmigo, porque piensa que soy un degenerado. Así que le prometí portarme bien, para intentar doblar su pensamiento, aunque sea un poco. Ese mismo día, pero más temprano, me había pegado porque le dejé un preservativo en la cartuchera.
Sole ofreció su casa para hacer el práctico, porque a todos nos quedaba cerca. Esa noche, ya en mi cama, mientras no paraba de apretujarme el pito, pensaba en mil y un planes para robarme una bombacha usada, o un corpiño perfumado de ella. Me lo imaginé, y en cuanto llegué a su casa con mi mochila y un paquete de galletitas surtidas, lo primero que se me ocurrió fue pedirle pasar al baño.
¡Por el pasillo a la izquierda nene!, me dijo ella con un mate en la mano, como sin importancia. Entonces, de camino al baño vi la puerta de una habitación, y encima de la cama un montículo de ropa. Era obvio que era su pieza porque estaban sus zapatos en el suelo. Ella de repente adivinó mis intenciones, y entonces se levantó a cerrar dicha puerta. Cuando quise acordar la tenía frente a mí. Me miró re mal y me dijo: ¡Es ahí el baño tarado! ¿No ves que esto es una pieza?
¡Me encantaba verla enojada! Yo también le devolví una mirada fastidiosa, y me mordí la lengua para no decirle alguna guarangada. Entré al baño, hice pis, y mientras miraba para todos lados hubo algo que me dejó sin aliento. La cortina de la ducha estaba entreabierta, y colgada de un grifo había una tanga. Sol estaba recién bañada y con el pelo mojado. Así que esa tanga no podía ser de otra persona que de ella. Con el pito al aire, y con algunas gotitas de pis cayéndose de mi glande, corrí hacia ese trofeo precioso y lo tomé en mis manos. Estaba marroncita, pues, aún no la había lavado. Sentí que la pija podía tocarme la frente cuando me la acerqué a la nariz, y me pajeé sentado en el inodoro; hasta que Sol golpeó la puerta preguntando si estaba bien.
¡Sí pendeja, ya voy!, le dije bastante agitado. En ese preciso momento había empezado a acabarme entre los dedos, ya que su voz provocó la explosión final. Me la ve las manos, le di un beso a la bombachita y la dejé en su lugar. En menos de lo que creí estábamos haciendo la tarea con las chicas, ya que Dylan no vino, y ni siquiera avisó.
De repente Cami recibió un llamado al celu, y salió al patio a contestar. Al parecer se trataba de la buja de su madre. Yo miré a Sol que leía un libro, y le escribí en un papel: ¡qué linda es la bombacha que me encontré en el baño!
Ella se levantó roja de ira, y me pegó una nueva cachetada. Entonces le dejé otro mensaje en el libro: ¡me la guardé en el bolsillo del pantalón nenita!
Luego, otro papelito que decía: ¡Ahora voy a saber a qué huele tu culito, y tu conchita de nena! ¡Me voy a dar cuenta si sos virgen, o no!
Más enrojecida aún, se levantó rumbo al baño para comprobar si lo que le decía era cierto. Entonces vi su cara de tigresa mientras volvía a pegarme al descubrir mi mentira, aunque esta vez fue una piña en la cara. Sentir el enojo hecho furia de la chica que me gusta es hermoso porque puedo darme cuenta de que algo le importo. Encima yo sabía que su novio la gorreaba con una piba de 19, que además de ser fea es re turrita.
Cuando ella me pegó, y antes que decida escupirme la cara a puteadas, la agarré de la cintura y la apoyé contra mi cuerpo. Su corazón palpitaba de rabia. Pero en cuanto le empecé a tocar la espalda, la cola y el pelo se fue calmando como toda una gatita asustada.
¡igual sos un cochino nene, no te presto más el baño!, decía con la voz apagada aunque con dulzura, justo cuando oímos que nuestra compañera regresaba, y nosotros nos despegamos rápidamente.
¡Seguro Camila se dio cuenta de todo, pero se hizo la re chota!, me escribió Sol en un papel mientras terminábamos un resumen. Esa noche no pude dejar de pensar en ella, rogando con todas mis ganas que se diera otra situación parecida entre nosotros. Miré algunos videos porno en la PC, me pajeé unas 3 veces y me fui a dormir con el recuerdo de su bombachita en la nariz.
Al otro día en la escuela, cuando tocó el timbre del recreo todos salimos a comprar golosinas. Cuando volví al aula encontré una nota en mi carpeta de Sol que decía: ¡entre nosotros no pasó nada! ¡Además, yo tengo novio! ¡Sabelo! ¡Y, por otro lado, lo único que te interesa, es estar con una chica! ¡Me parece que el virgo sos vos nenito!
Me dio bronca porque ella retrocedía lo poco que yo había logrado avanzar. Así que me salió el malo de adentro, y cuando todos mis compañeros entraron al aula, grité con un despecho que nunca había sentido: ¡Chicos, Sol dice que entre nosotros no pasó nada, pero ayer nos re tranzamos, y la muy zorra me manoteó el pedazo! ¡Para mí la guacha quiere que le pegue una buena culeada! ¡Pregúntenle a Cami! ¡Ella nos vio chuponeándonos!
Ella estaba parada frente a mí con su peor cara de culo, y apenas se dio vuelta indignada, aproveché a pegarle y manosearle el orto, mientras Camila decía que nos había visto tranzando, y se reía. Soledad estalló en llanto y salió corriendo del aula hacia el baño de mujeres. Ni me conmoví. Al contrario. Creo que hasta me excitó verla llorar. Sus palabras escritas fríamente en ese papel me habían enojado de verdad. Así que, mientras ella regresaba le dejé una nota junto al dibujo de su bombachita sucia que decía: ¡dale, si te encanta que tu novio te cague! ¡Porque, vos sabés bien que te caga con la Paola! ¡Aparte, todavía me falta tocarte la concha pendeja idiota!
Vi cómo la leía mientras la profesora la retaba porque no se podía salir del salón así nomás. Ella le explicó que no se sentía bien, y se salvó de las amonestaciones. Entretanto yo le decía con sarcasmo, sin importarme que luego la profesora me reprendiera: ¡Seguro que le vino y se manchó toda profe!, y todos en el curso se descostillaron de risa.
Sol se sentó y me ignoró todo lo que pudo. De vez en cuando la escuchaba rezongar, o putearme por lo bajo, con su compañera de banco. También habló pestes de Camila, y decía que hablaría con el salame de su novio para que me muela a palos. Yo me hacía el distraído, saboreando una especie de venganza que, a la vez me entristecía.
A la salida del colegio Camila me dijo que aún teníamos que terminar el trabajo grupal, pero que Sol no pondría su casa. Así que Cami ofreció la suya. Soledad no pudo zafarse de terminar el práctico con nosotros, porque la profesora le explicó que las reglas son las reglas. Era eso, o desaprobar el trimestre. A la semana, tipo 6 de la tarde nos juntamos allí, y justo coincidió con una reunión de la madre de Cami y sus amigas. Así que nos fuimos con libros y todo a trabajar al patio. Todos usábamos el Wifi de la casa para buscar información, por lo que cada uno permanecía fijo en su celu, dispuestos a terminar y poder irnos de una buena vez. Ninguno hablaba. Sol me miraba cada vez peor, ya que seguía enojada conmigo por lo de la escuela, y con Camila también por reírse. Pero esa tarde estaba super bonita, y encima el sol la hacía brillar aún más. Tenía una ropa suelta con la que parecía muy cómoda, el pelo suelto y los ojos claros como el cielo. Yo no paraba de mirarla, y ella se molestaba más.
De repente a los 3 se nos cayó el internet, y Camila entró a la casa para reiniciar el router. De paso nos traería algo para comer. Entonces le escribí un SMS a Sol. Todavía me tiemblan las manos cuando me acuerdo.
¡Quiero verte la bombacha ahora!
Ella se puso colorada, pero cuando quiso pegarme la esquivé y se cayó sobre mí, perdiendo el equilibrio. La agarré de la cara y comencé a besarla con una calentura que logró robarle algunos gemiditos. Le comí la boca con toda mi pasión, porque eso les gusta a las pendejas según mi hermano mayor. De a poco le fui llevando la cabeza a mi pija que latía imparable bajo mi pantalón. Sol se resistía. Decía que estábamos en casa ajena. Pero después que me pegó otra vez cuando le bajé el pantalón, le robé otro beso que fue como un chupón y le dije: ¡dale pendejita, pegame una chupada! ¡Te morís por tenerla toda en la boquita!
Creo que mi beso le gustó tanto que bajó lentamente, empezó a olerme la pija y la piel, y de toque se la mandó para adentro. No la chupaba tan bien, o al menos como había visto que lo hacían en las pelis. Pero a mí no me importaba. Tenía el calor de su boquita envolviéndome el pito, y encima le re miraba la bombacha rosa que se le mojaba adelante. ¡Hasta llegué a tocarle la vagina por adentro!
¡mirá si Cami te ve chupándome la pija chanchita!, le murmuré, cuando en eso escuchamos que a lo lejos venía Camila trayendo unas galletitas. Tuve que acabarle en la boca sin preguntarle, y ella se la sacó para escupir todo mi semen en el suelo. Entró llorando a la casa, pero yo quiero creer que fue de alegría, aunque hasta hoy no me habla. Ya veré cómo ganarme su atención otra vez, ¡porque esa pendeja me encanta! Fin
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Típicamente teen la experiencia. Nos traslada sin más a aquellas épocas de nuestros primeros escarceos sexuales....Excelente relato mi sacerdotisa del deseo!!
ResponderEliminar¡Hoooolaaaaa! Bueno, es re lindo recrear esos primeros momentos, esa búsqueda sexual que se da en la adolescencia, cuando se fusionan la inocencia y la curiosidad. me encanta que lo hayas interpretado de esa forma. ¡Besoteeee!
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