El pequeño placer de Ariel era ir al baño. Vivía solo en un gran caserón que le habían dejado para cuidar y sentía excitación cada vez que visitaba uno de los lavabos con los que la casa contaba, sobre todo el más grande. Este tenía un amplio espejo, en el que el muchacho podía reflejarse casi de cuerpo entero. Cada vez que se paraba frente al objeto seguía un pequeño ritual: se sacaba todo hasta quedar en ropa interior, paraba la cola y bajaba la última prenda lentamente, meneando sensualmente las caderas, como si alguien lo estuviese mirando y deseando. En el caso de Ariel, bisexual declarado, dicha prenda podía ser tanto un apretado bóxer como una delicada bombacha, según el día y la situación. Si era de noche, una vez desnudo, se sentaba en los escalones del jacuzzi, de cara a un amplio ventanal, que previamente abría, y se masturbaba. Experimentaba el morbo de que algún vecino lo estuviese observando y eso lo exaltaba aún más.
Después de mucho tiempo de llevar a cabo esta ceremonia, Ariel se percató de que necesitaba desnudarse en público y quería probarlo de alguna manera. Comenzó a buscar en internet, “fiestas nudistas”. Después de explorar exhaustivamente, encontró la promoción de una disco “swinger” que rezaba “Fiesta gay friendly”. Se invitaba a los lectores a concurrir vestidos normalmente pero, una vez en el local, quitarse toda la ropa para quedarse con ropa interior de cualquier tipo, y hasta desnudos. La entrada era totalmente gratuita para mujeres y travestis. El evento se llevaría a cabo el jueves siguiente pasada la medianoche. Ariel se emocionó, era exactamente lo que él quería.
Lo meditó durante los días subsiguientes y, la jornada anterior a la fiesta, pasó por un sex shop cercano a su domicilio donde adquirió una tanga diminuta y muy cavada y unos tiradores, ambas prendas de color negro. Ya en su casa, se metió en el baño y se probó el atuendo junto con unos borceguíes haciendo juego. Le pareció que no iba a desentonar.
Llegó el jueves, Ariel trabajó todo el día. A eso de las 21 hs. empezó a tomar una cerveza tras otra. Se duchó y se acarició el pene, lo que iba a hacer lo excitaba sobremanera. Dos horas después, se colocó el atuendo adquirido, su ropa de calle por encima y salió para la tan esperada fiesta. Una vez allí, entró, abonó el importe y los empleados le indicaron amablemente dónde se encontraba el guardarropas. Allí mismo se despojó de la indumentaria de calle, se colocó una pequeña riñonera con las llaves y algo de dinero, y se internó en el oscuro establecimiento. Pasada la pista, aún vacía, llegó hasta un patio interno, cubierto, que contaba con una pileta climatizada y una barra. En esta pidió su trago favorito, gin-tonic. Para calmar un poco de los nervios lógicos de su debut en este tipo de reuniones, el muchacho empezó a caminar por el boliche, tomando y observando un poco el ambiente. Se dio cuenta de que no había una gran concurrencia aún, podía ser por la hora. En su paseo pudo ver un par de parejas hetero cogiendo en un sillón y algunos fisgones alrededor masturbándose, cosa que no le llamó demasiado la atención, esperaba ver escenas más calientes con el correr de las horas. Se dirigió entonces a la piscina y decidió zambullirse. Para ello apuró el último trago de gin-tonic y se quitó la poca ropa que llevaba, dejándola al costado de la alberca. Estimulado por su iniciación en el nudismo, se tiró de cabeza al agua caliente. La pileta solo contaba con dos mujeres, desnudas por supuesto, siendo acosadas por unos cuantos individuos. Ariel optó por no sumarse, no quería ser un pajero más. Chapoteó un rato y salió. Completamente desnudo caminó hacia la barra donde pidió su segundo trago. Estaba cómodo, algunas chicas lo miraban y bajaban la vista hacia su pene, lo que lo envalentonaba para abordar más tarde a alguna de ellas. Las horas pasaron, los gin-tonic se acumularon, y Ariel comenzó a desilusionarse, la fiesta era un completo fiasco. Las pocas mujeres que había estaban en ropa interior, un par de ellas que habían osado desnudarse ya estaban siendo penetradas por varios hombres a la vez en algún rincón del boliche, rodeadas por una fila de tipos en calzoncillos esperando su turno y otros sacando tímidamente la pija por un lado de su ropa interior para masturbarse con la escena. Ariel ya estaba borracho, aburrido, caminaba meneando su pene por todo el local casi vacío. De pronto, pudo ver una voluptuosa figura parada sobre unos tacos aguja, pelo rojizo ensortijado, ropa interior y medias de encaje blanco con portaligas. Por sus rasgos, se percató enseguida de que se trataba de una hermosa trans, la única que se había animado a asistir a la decepcionante velada. El alcoholizado joven se apresuró a pasar cerca de ella y la miró a los ojos, logrando que la recién llegada hiciera lo propio. Ninguno bajó la mirada, hasta que Ariel entró al baño. Una vez en el toilette, vacío completamente, se paró frente al orinal y se dispuso a descargar el gin-tonic acumulado. Ya estaba terminando cuando escuchó que la puerta se abría, y un sensual sonido de tacos se acercaba hasta su retaguardia. Se dio vuelta tímidamente y vio a la hermosa transexual parada detrás de él, mirándole el culo, como deseándolo. Ariel se dio vuelta totalmente y, sin mediar palabra, la transgénero le “comió” la boca con un húmedo beso, conduciéndolo prácticamente a la fuerza al cubículo del inodoro y cerrando la puerta de un golpe. “Qué lindo que sos, putito”, dijo. Apresuradamente, bajó su delicada bombacha, dejando al descubierto un grueso pene que inmediatamente comenzó a agrandarse. Lo sacudió levemente y en pocos segundos lo tenía erecto. Tomó a Ariel de la parte posterior de la cabeza y lo llevó hacia su entrepierna, “metétela en la boca puto, dale que te gusta mi pija”. Prácticamente sin darse cuenta, el joven nudista tenía la enorme poronga de su ocasional pareja en la boca. No se resistió para nada, se la chupó con ganas durante un largo rato mientras su feminoide amiga gemía de placer. Acto seguido, la pelirroja se colocó apresuradamente un forro, posicionó al muchacho de espaldas, con la cola para arriba, y lo penetró. Ariel sintió que la noche estaba valiendo la pena, disfrutaba de una hermosa pija, era lo que necesitaba. “¡Ah, ah! Si, cojeme, que pija grande y dura que tenés, me encanta”, decía el chico extasiado. “¡Como te gusta puto! Te cojo acá porque los de afuera son unos boludos y no les gusta ver sexo gay!”. Cambiaron de posición, ella se sentó en el inodoro y él montó su chota. Pasada una media hora de sexo caliente, la “colorada” dijo ansiosamente “te quiero dar la leche puto”; se apuró a poner al chico con la cola a disposición de su pija y largó unos cuantos borbotones de semen caliente en las nalgas de este, gimiendo desesperadamente. “¡Aaaah, toma toda mi leche putito lindo! ¿Esto querías hijo de puta? Sos un puto cochino” …
Ella guardó su pija bien adentro de su bombacha de encaje, lo besó intensamente en los labios y salió. Ariel respiró para recomponerse, pensó por un momento y dejó el cuarto de baño como estaba, desnudo y con las nalgas chorreando leche. Caliente, caminó meneando femeninamente su cola hasta el borde de la pileta donde había dejado sus pertenencias, sentía un extraño orgullo de exhibir su culo lecheado, como mostrándole a todos lo bien que la había pasado. ¿Alguien lo notó? Realmente no le importaba.
Ya en el guardarropa, se colocó la ropa interior, pidió su ropa de calle, se vistió y se dirigió hacia la puerta. Junto al portero estaba parada su amante ocasional, la cual juntó sus labios y le tiró un beso de despedida.
Al llegar a su casa, Ariel se desnudó y se masturbó frente al ventanal del baño. Fin
Me encantó tu relato! soy una amante de las historias gay, sobre todo las de hombres. Soy como se dice en la cultura asiática, una fujoshi! está muy bien contada la historia y sobre todos tienes una amplia gama de palabras, lo que hace que el relato sea mucho más rico!! muchas gracias!! agradezco también a ámbar por permitirte publicar este relato!
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario Sami! Espero que te gusten mis otros relatos a los que Ámbar tan amablemente les va dando espacio. Besitos...
Eliminar¡Gracias Golosa, por participar con tus cada vez más increíbles relatos. Hay mucha magia, talento, y esos detalles que te hacen diferente. Una gran alegría contar con ellos, para enriquecer este blog. ¡Un beso, y a seguir escribiendo!
ResponderEliminar¡Gracias a vos Ámbar por la oportunidad de expresar toda mi sexualidad en tu blog! Besitos...
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