"Otros Ratones" : Valentina por Sammy

 


 

 

 

 

 

 

Hoy sentí que estaba del lado del que domina. Qué sensación más poderosa y excitante a la vez.

Soy una mujer poco activa sexualmente y el sueño que tuve, logró satisfacer mis deseos y enormes ganas de sentirme la dueña de alguien, de otro, de un cuerpo ajeno.

Me encantaría poder contarles uno de mis sueños húmedos. ¿Me lo permiten?

Comenzaba con la casa de unos primos de la infancia. Muy amplia y llena de habitaciones. Recordaba que de pequeña entraba allí y olía sus ropas interiores. Me ratoneaba con uno de los mayores. Pero este relato no es heterosexual y tampoco es sobre ellos. Así que volvamos a lo nuestro.

A la casa había invitado a un grupo de amigas. Rápidamente ellas recorrieron los cuartos y eligieron, según su gusto, la cama en la que iban a dormir esa noche. Este relato es sobre una de ellas, por eso de la persona que les voy a contar, estaba allí y lamentablemente eligió un cuarto lejos de mí. Aunque en ese momento ella no me importaba, como que mi atención aún no se focalizaba en ella.

Dentro del sueño yo bromeaba con las otras, recuerdo que todas vestían de blanco, diferente ropa, pero todas de blanco (vestidos cortos, otros largos; camisas, shorts, jeans, jardineras, soleras escotadas, otras con cuello redondo, etc); corríamos por toda la casa, nos empujábamos, alguna que otra se mordía (entre ellas), era como un jardín del Edén lésbico.

Posteriormente todo cambió y mi cabeza me llevó al cuarto del primo que me gustaba. Pero en él estaba Valentina. En el sueño se veía de pelo largo, ondulado, y rubio, de tez blanca con pecas en sus hombros, pechos redonditos y medianos; pero en la realidad, ella es de pelo corto, lacio y castaño; posee unos pechos hermosamente grandes, usa escotes, tiene braquets, luce anteojos. Creo que lo más hermoso de ese pecho es su piel, joven, con un tono perfecto de color, y muy suave. Creo que lo más loco es que en los sueños solemos relacionar personas que no se parecen en la vida real, pero estamos seguros de que es esa persona.

Yo sabía, o mi interior sabía que era ella. Me acerqué. Valen esperaba en la cama con pijama de verano. Se veía fresca, sonriente, suave. No sé por qué, pero mi cuerpo fue directo a abrazarla. Puse un brazo debajo de su cabeza, cobijándola. Quería cuidarla. Y en el sueño recordé algo que sucedió en la vida real.

Nosotras, ambas, cantamos para ganarnos la vida. Ella es menor que yo, y muchas veces cuando actúo, dice que le gustan las caras que pongo al cantar. Le gusta mi pasión, mi entrega, el movimiento de mis manos, mis miradas. Sin ir más lejos, un día me dijo que había puesto mi foto en su fondo de pantalla. Creo que este sueño refleja lo mucho que me movilizó esa confesión y pude soñar con ella sin problema alguno.

Agarró fuertemente mi cara, se acercó hasta quedar a 10 centímetros de mí. Vi recorrer sus ojos por mi boca y saborearse los labios, luego se dirigieron hacia mis ojos y allí los dejó unos pocos segundos que se hicieron eternos. Valentina no reaccionaba, entonces comprendí que esa debería ser yo. Agarré también su cara y muy despacio comencé a eliminar esos centímetros que nos separaban. Me acercaba lentamente seduciéndola con mi mirada, quería poseerla, quería ser la activa, quería que me siguiera, quería guiarla…el iris de sus ojos me devolvía un calor abrasador, pero aún no llegábamos a tocarnos. Empecé a sentir una punción de excitación adentro, esa punción que duele, como cuando la mujer se excita de golpe, sin tanta humedad. Es una liberación neurológica de endorfinas que se dirigía furiosamente hacia mi sexo bestialmente femenino.

Ella me permitió todo. Por fin, nuestras bocas se encontraron. Rosadas, tibias, húmedas, carnosas, ansiosas, candentes, furiosas, con desespero. Si alguien nos hubiese visto diría que una danza comenzó a apoderarse de nuestros cuerpos, Valentina abrazaba mi cintura, yo acariciaba su espalda moviendo mis brazos hacia sus omóplatos marcados y definidos, luego los dirigía hacia sus hombros angostos. Volví hacia la parte inferior de su espalda, pero ya no dulcemente. Hundí las yemas de mis dedos en ella, sus líneas de sudor encendían mis manos y con notable exasperación metí mis manos debajo de su remera, celeste y con estrellas. Sus pechos ardían, bajo mis manos, sus pezones estallaban en gritos, suplicaban que los devorara con mi saliva, con mis labios, con mis dedos. Mis manos muy cerca de su corazón revelaron no sólo lo que le gustaba, sino que estaba totalmente entregada a mí. Pegué mí oído a su piel caliente y sudorosa para escuchar sus latidos agitados y acelerados. El contacto me hizo escuchar un leve gemido de su boca. Besé su corazón y luego con un movimiento rápido besé su boca y la miré una vez más. Velozmente se movilizó hacia mi oído derecho y me dijo en tono despacito que le arrancara la ropa, mordió el lóbulo de mi oreja y volvió a acostarse. Jamás dejó de mirarme directamente a los ojos, ese desafío me volvió loca. Mi mente voló muy lejos, así que la puse debajo de mí, me ubiqué encima de su cuerpo, enterré las rodillas en su costado, y algo loco sucedió. En total señal de sumisión, vi sonrojarse sus mejillas. Le gustaba, sabía que quería más, pero su timidez inundaba la habitación… como hembras en celo el hedor de sus feromonas evidenció su verdadero deseo.

Valentina gemía sin parar mientras le sacaba toda la ropa. Su corpiño era simple, de algodón, cruzado por detrás, y de color amarillo pastel. Besé todo el recorrido que hacia su sostén (los dedos de sus pies se retorcían lentamente), luego comencé a bajar por su abdomen, a medida que me acercaba a su sexo, sus pies se retorcían más rápido y comenzaban a hacerlo los dedos de sus manos, aferrándose a la sábana.

La timidez la envolvió de nuevo. Me pidió que no le tocara ahí (como ella le decía), hice caso omiso a sus suplicas, seguí bajando y volvió a gemir. Me hizo acordar a los dibujos japoneses hentai, que no quieren, pero sí quieren y jamás dejan de gemir. Fue allí que por momentos valentina se transformaba en un dibujo al cual le salía el vapor de la boca cuando gemía y su voz calentona y agudita se transformaba en una putita empedernida. Esta valentina tenía la bombachita metida en la conchita y en el culo, no podía creer lo que veía. Me abalancé hacia su entrepierna y le chupé los costados de los labios. Sintió una inyección de adrenalina que hizo emerger un gemido largo y en forma de sollozo. Corrí apenitas la tanguita y todo su flujo brilló para mis ojos. Con mi pulgar e índice abrí sus labios, devoré su clítoris hinchado (embebido en sí mismo), mientras hundí dos dedos dentro su hermosa cavidad. La ansiedad me condujo a moverlos cada vez mas rápido, sus gemidos eran temblorosos, entrecortados, hasta que empezó a gritar y a sollozar a la vez. Sentí que algo me empapaba… mis manos, mis brazos, las sábanas, la pared frente a ella, todo quedó absolutamente mojado. Valentina no dejaba de hacerse pis encima. Su relajada vejiga expedía todo ese squirt que tanto había trabajado por crear.

Una música conocida me distrajo, me aferré a valentina, la música se tornó cada vez más fuerte. Me desperté, pospuse la alarma 10 minutos más, abracé la almohada otra vez y volví a dormir. Lamentablemente ya no me encontré con valentina.

Gracias por leerme! Si te gustó házmelo saber!

 

Comentarios

  1. COMO ME CALIENTAN LOS SQUIRT!! MUY BUEN RELATO!

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  2. Gracias Sammy, por la creatividad de tan magnífico relato. Esa pasión que soñaste, lo candente de tus expresiones y el fuego de tus palabras al rojo vivo, transgredieron el teclado de tus dedos, y me llevaron a palpitar junto a ellas. Te espero para cuando desees compartirme otro relatito. Y, en cuanto a Pablo, síii, un squirt en un sueño puede convertirse en un orgasmo sin fin. Jejejeje!

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