"Otros ratones": Yo, una espía por Sammy

 








Soy una chica de 23 años y, lo que voy a contarles no me pasó directamente a mí. Fue algo que pude ver, y desde ese momento se transformó en un vicio. Hoy formo parte de un grupo privado de voyeristas.

Hace 10 años atrás cursaba el secundario en una escuela normal en un pequeño pueblo de San Luis, por lo que aquello que vi captó toda mi atención. Cuando se tiene 13 años todo aflora. El amor, el enamoramiento, las cosquillas, las mariposas, la excitación se vive con mucha intensidad, al punto de una lujuria que, si bien es de niños es una de las primeras sensaciones fuertes.

Escuché que el chico que me gustaba pidió permiso para ir al baño. así que esperé unos minutos y lo hice también, con el solo propósito de quizás cruzarlo en el camino. Caminaba pensando en cómo sonreírle, o si decirle algo siquiera, o lo que fuera para que me mirara a los ojos. Pero no lo vi.

Entonces entré al baño de una con la idea de mirarlo por la puerta cuando saliera y así seguirlo. Pero en ese momento escuché unos ruidos que provenían de dentro de uno de los cubículos. Oí respiraciones agitadas, cuchicheos, besos, ruidos de ropa, como si alguien se la estuviese sacando y poniendo. Me asomé por el pasillo que iba hacia el cubículo y vi a una chica del último año de espalda, y atrás parecía haber otra persona, aunque no pude distinguir si era hombre o mujer.

Vi que se besaban y que la chica rozaba su cuerpo con aquel ser. Tuve sensaciones raras, ya que jamás había besado ni siquiera a un chico. Para mí ese hallazgo fue una verdadera luz cegadora. Sentí cosquillitas y escalofríos por las piernas, la cola, los brazos y la panza. Me dio algo de vergüenza, así que dejé que siguieran allí y me fui.

Cuando salía del baño vi que estaba entrando al aula Ramiro, el chico que me gustaba, porque hoy ni siquiera sé si vive. Pero no me importó. Lo que había visto era más jugoso que cualquier cosa que hubiese vivido. Quería más. Pensé mucho en aquel momento en el baño del colegio. No sabía cómo hacer para vivir otra situación parecida. Así que empecé a buscar todos los días la espalda de la chica que vi. Sé que suena gracioso, pero no conocía más que eso. De hecho, yo pensaba que era del último año. Pero cuando la encontré supe que tenía dos años más que yo.

Cada vez que ella iba al baño, yo la seguía. Pero me frustraba, ya que siempre era en horario de recreo, y era obvio que no iba a hacer nada. Entonces pensé que debía ir en horarios alternados. Probé así como dos semanas, hasta que por fin vi nuevamente algo, y esta vez supe que eran dos chicas.

Vi sus manos entrelazadas metidas dentro de la falda de la otra. Gemían y se hablaban a los oídos. No podía creer lo que veía, y menos lo que sentía. Tenía muchos impulsos en mi concha, y mi bombacha a esa altura estaba empapada. Ellas no me veían, y eso era una suerte, porque de no haber sido así no sé dónde me habría escondido.

Cuando pude ver mejor a la otra chica supe que era de cuarto año, y que era ella la que dominaba la situación. La de 15 hacía todo lo que la rubiecita le cuchicheaba al oído. Vi que se arrodillaba y le pasaba la lengua por la panza y el ombligo, mientras le tocaba suavemente los pechos. Las respiraciones de las tres se aceleraban al compás de la excitación. Pero pasó lo más esperable. Sonó el timbre anunciando el recreo, e inmediatamente se separaron.

Salí asustada del baño, y cuando miré hacia atrás, ellas salían ruborizadas también. Allí hubo un cruce de miradas, y creí que sospecharon de mi espionaje. Fui rápido al curso con muchas sensaciones de persecución y ansiedad, de lujuria y temor. Quería saber y ver más.

Me topé con Ramiro en la entrada del aula. Me sonrió y me preguntó si estaba bien. Le respondí que sí y me invitó a acompañarlo al kiosko. Creo que mi situación no me dejó ponerme más nerviosa de lo que estaba, y acepté. En el camino me iba relajando, y fuimos hablando de tonteras. Pero sentía que alguien me observaba. Descubrí a lo lejos a las dos chicas que no me sacaban los ojos de encima. Hasta parecía que no parpadeaban. Entonces apuré a Ramiro para llegar a la fila del kiosko. Intenté calmarme mientras él me miraba raro, tal vez porque me estaba evidenciando demasiado. Saqué un tema cualquiera y charlamos, hasta que compramos, y fuimos juntos al curso.

Por unos días no volví a buscarlas. Tenía miedo que me descubrieran del todo. Pero me mataba la curiosidad, y busqué en internet algunas cosas. Me sorprendí de lo muchísimo que se puede encontrar allí. Desde juegos sexuales hasta videos con dibujos, y me fanaticé con unos llamados hentai súper excitantes, de los relatos eróticos, historietas y de las entrevistas de actores porno en general. Por aquel tiempo solo miraba. no sabía que existía la masturbación femenina, porque solo investigué la masculina. Cuando la encontré imaginé a Ramiro en un montón de poses haciéndome de todo. Y bueno, mi mente creció y busqué mucho más.

Pasó un tiempo, y me olvidé de las chicas. Así que seguí con mi rutina de pedir permiso cada vez que Ramiro iba al baño. volví a vivir otra experiencia al descubrir a la chica de 17 con un pibe en el baño. ella de espaldas y él con los ojos cerrados. Por eso no me vieron. Él alzaba a la chica y se veían sus manos adentro de su falda. Imagino que le re manoseaba el culo. Ambos gemían mucho y tenían la respiración super agitada. Él le decía que es una putita sucia y pervertida, y ella le contestaba que es un pendejo de mierda que le gustaba coger en el baño. me entretuve tanto con la escena que ni me di cuenta de que había alguien detrás de mí.

Ramiro me había seguido porque me notó diferente, y pronto respiraba en mi cuello, muy cerquita de mi oído. Supongo que embobado con lo que veía. Él no comprendía tampoco, pero sentí en mi pantalón algo durito. Era evidente que aquello que veíamos juntos, a él le hizo que se le pare el pito, y yo estaba derretida en mi flujo vaginal. Rami se pegaba cada vez más a mi cuerpo, y yo no podía impedirlo. Pero el problema es que no queríamos que los chicos que estaban en el baño notaran nuestra presencia. Así que me la jugué y le dije a Ramiro que fuéramos al baño de varones. Dijo que sí con la cabeza y corrimos hacia allí.

Ya adentro de uno de los cubículos, donde el olor a pis era insoportable, él cerró la puerta y comenzó a tocarme torpemente. Parecían manotazos y no caricias. Le dije que no esté tan nervioso y logré que me tocara más sutilmente. Por dentro sentía de todo. Estaba con el chico que me gustaba, y ambos estábamos super calientes. Cuando sus dedos rozaron mi vagina sobre la tela de mi bombacha, algo se desmoronó en mis sentidos. Quería perder la virginidad allí mismo. Pero no fue así. Nos besamos y nos super tocamos por dentro y fuera de la ropa, hasta que Rami dejó en mi mano derecha un líquido blanco y viscoso que surgió de su pene hinchado y ardiente, mucho más chiquito que los que vi en internet.

Entramos nuevamente al curso, y ninguno de los dos dijo palabras hasta salir del colegio. Con lo que pasó me di cuenta de que Rami no me gustaba tanto como yo creía. Pero sí me encantó la experiencia. De hecho, volvimos a repetirlo varias veces, pero yo ya tenía bien en claro mis sentimientos.

Un día vagando por el patio en hora libre, vi que uno de los celadores besaba con pasión a una de las celadoras en el cuarto que suelen compartir. Había quedado la puerta abierta, y mi misión espía pasó por allí para detenerse a mirar.

Ella estaba arrodillada en el piso, y al observar mejor vi que le succionaba la pija al tipo que gesticulaba como enfermo de placer. Se la tragaba toda y se la sacaba de nuevo. Cuando la tenía afuera de la boca se la pajeaba y volvía a tragársela. Se la escupía con fuerza. Bueno, vi de todo. El celador arqueaba la cabeza hacia atrás y se mordía los labios de calentura. Eso me puso como loca, y de nuevo sentí cómo mi bombacha se llenaba de flujitos.

Hasta que escuché bajito en mi oído: ¡te gusta espiar a la gente, o no pendeja chancha?!

Era la chica de 17 que vi por última vez gozando con el chico. Me quedé inmóvil, sin saber que contestar. Hasta que la piba me dio unos golpecitos en la cara para llamar mi atención. Le dije que sí con cierto temor. No sabía lo que iba a decirme, pero me respondió que siempre supieron que yo estaba allí, y que les hizo mejor, tanto al pibe como a la chica que estuvo con ella días atrás.

Tras decir eso me llevó al baño de un tirón, donde me esperaba aquel chico, que no dudó en empezar a tocarme mientras ella nos miraba apretándose las gomas.

El guacho me decía: ¡¿te imaginabas que te hacía esto cuando nos espiabas?!, y metía su mano por debajo de mi falda. Era mucho más suave que Ramiro, así que ahí nomás me mojé toda, y él lo notó.

¡ay, cómo te estás mojando putita mirona!, me susurraba. Yo no dejaba de pajearme. Me rozaba el clítoris y hundía uno de sus dedos en mi vagina pero muy superficialmente. Eso hacía que quisiera sentir una pija adentro ya.

¡seguro sos virgencita pendeja!, dijo mordiéndose el dedo que sacó de mi interior. Apenas le dije que sí entre algunos gemiditos que no pude controlar, me agarró una mano y me hizo pajearlo.

¡cómo me calentás guacha, no doy más, y esta otra puta me estuvo calentando para vos!, dijo exultante mientras me pajeaba con más fuerza metiéndome hasta la bombacha adentro la concha, a lo que mi cuerpo comenzó a responder con mayor tino, generando más y más cosquillitas, incluso en el agujero de mi colita. Hasta que mi vaginita explotó, y de pronto apretaba y soltaba el dedo del pibe, y finalmente, él con mi sabia en su mano volcó la misma sustancia blanca y espesa que Ramiro en la mía, solo que en abundancia y más pegajosa.

Lo más extraño es que jamás percibí que la chica nos estuviese mirando. Pero cuando volví en mí luego de acabar, y mientras él se arreglaba la ropa, la vi contra la pared, con la boca llena de saliva como saboreando lo que veía, con una mano adentro de su bombacha y con la falda subida.

Luego los tres salimos del baño en silencio. Me fui a merodear por ahí, ya que seguíamos en hora libre, y cuando me lo encontré a Ramiro le conté todo. Se enojó porque no lo llamé en el momento, y optó por no hablarme más.

Hoy día sigo disfrutando de espiar y calentarme con la gente, y hasta incluso participo si se da la posibilidad, pero en la vía pública. ¡y el tonto de Ramiro se lo pierde, por celoso!      Fin

Comentarios

  1. ¡Eeeepa!, ¡mirona la nena! mmmm que rico debe ser hacerlo en el baño de una escuela.

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    1. Yo creo que sí, y Sammy también. Ella, por ahí lo hizo en el baño de su colegio. habría que preguntarle! Jejejeje!

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