¡Claro que, a los 20 años, se me hace imposible no vivir con la pija parada, cada vez que un culito fresco se me acerca, insinúa, o simplemente se bambolea ante mis ojos! ¡Y ni hablar si se trata del culito de mi prima! Y, aquella tarde no podía ser diferente. Era sábado, y todavía el calor no se decidía a darle paso al otoño. Jugaba River, y mi único objetivo era abrir una cerveza, luego otra, y otra más, instalarme en el sillón y darle volumen a la tele. Por suerte ya se me había pasado la bronca de no poder ir al estadio. No llegaba a comprarme la entrada con la guita que me quedaba, y la mina del kiosco en el que laburaba de lunes a viernes por la mañana, no me había pagado. Así que, lo dispuse todo para ver al Millo, en mi casa, aprovechando que mis viejos viajaron, y mi hermana se había ido a pasar el finde a lo de su novio. Una vez que las neuronas se me despertaron de la siesta, activé, y me lastré una porción de pizza que me sobró del mediodía. Me di una ducha rápida, y me puse un short liviano, sin nada debajo. Total, estaba solo. Pensé en ponerme la camiseta del Millo. Pero, en lugar de eso me encajé una musculosa de Los Ramones. Abrí la heladera, destapé la única botellita de Corona que había, y la liquidé en menos de dos minutos. ¡Tenía una sed insoportable! Después, abrí una latita de birra negra, y me senté a ver cómo salían los equipos a la cancha. Ese maldito Patronato nos hacía partido casi siempre. Aunque, generalmente, una vez que nosotros acertábamos el arco, ellos se convertían en un colador. ¡Qué ridículo que haya tantos equipos chicos en primera! ¡Nadie, ni Boca puede competirle hoy mano a mano a River! Pensaba en todo eso mientras tomaba, eructaba a mis anchas, y veía cómo Enzo Pérez cometía la primera falta del encuentro, cuando escucho dos voces femeninas parloteando en la puerta de calle. ¡Me dio el vuelco el corazón, porque, reconocí una de esas voces! ¡No podía ser otra que mi prima Belén! ¿Qué hacía la loca por acá?
Enseguida sonó el timbre, y más risas. Entonces, en el preciso momento en que mis piernas se predisponían a levantarse, la puerta se abrió, y la voz de Belén llamó a mi vieja, y a mi hermana, junto con la voz de otra de mis primas, “Tatiana”.
¡Tíiiiaaaa! ¡Sofiiiii! ¡Somos nosotraaaaas! ¡Entramos, porque la puerta estaba sin llaves!, decían las dos, comenzando a destilar sus perfumes en el living. Yo, me quedé a mitad de camino. Así que, para no quedar como un estúpido, me senté, y abrí otra latita de birra.
¡Hola Chicas! ¡Latía está de viaje, y la Sofi, anda chongueando!, respondí, como no dándole importancia a la adrenalina que empezaba a recorrerme el cuerpo. Ellas, recién ahí se percataron que estaba en el sillón, y se acercaron a saludarme, con esa típica euforia adolescente. Belén me dio un beso en la mejilla, y Tati, uno bastante cerca de la boca.
¿Qué hacías primi? ¿Mirando a esos muertos otra vez? ¿Cuándo te vas a hacer hincha del rojo?, me preguntaba Tati, mientras Belu se reía como tonta, y me quitaba la latita de la mano para darle un sorbo.
¡Primero, vos tenés 14 años, y no deberías tomar alcohol!, le dije a Belu, sin poder evitar perderme en su topcito deportivo que le paraba bastante bien esas tetitas. Ella protestó, pero yo proseguí con Tati.
¿Y yo, del Rojo? ¡Ni en pedo guachi! ¡que yo sepa, estos muertos se vienen culeando a todos los equipos de Argentina, y a los sudacas también!, decía seguro de mí mismo, mientras Belu me devolvía la latita vacía, diciéndome al tiempo que daba pequeños saltitos: ¡Espero que tengas más en la heladera! ¿Cierto que estamos muertas de sed Tatu?
¡Sí, sí, todo lo que quieran! ¡Pero, la Tatu, también es menor de edad, y tampoco tiene que escabiarse!, les dije, observando el tremendo culito que arrastraba Tatiana, envuelto en una calcita blanca, en la que claramente se dibujaba el elástico de su bombacha. Ya sentía los primeros agradecimientos de mi pija, cuyo glande se apretujaba en la tela de mi short, con una cierta sensación de humedad. Me decía para mis adentros que debía tranquilizarme, o en cuestión de segundos, no podría levantarme a buscar cualquier cosa que se me notaría el bulto hinchado. ¡Y yo conocía de sobra a mis primas! ¡No iban a perderse la oportunidad de cargarme!
¡uuufaaaa! ¡Ya te parecés al ogro del tío Enrique! ¡Tengo 16 primo, casi dos años más que esta tarada!, dijo Tati, poniéndome carita de enojada, la que luego se convirtió en una sonrisa cómplice dirigida a Belén. Ella le sacó la lengua mientras le balbuceaba: ¡Más taradita serás vos nena, que te quejás de las cosas que te dicen los tipos, y te clavás esa calza en el ojete! ¡Ponete un poquito de acuerdo!
Las dos se rieron de esas palabras, y Tati decidió por los tres sacar otras latas de la heladera. Le dio una a Belu, otra a mí, y se sentó en el suelo, exactamente al frente de mis piernas. Quiso abrir la latita con los dientes, y Belén la cagó a pedos por eso.
¡Boluda, te vas a hacer mierda los dientes haciendo esa pavada!, le decía, mientras se sentaba en el apoyabrazos del sillón en el que yo estaba echado. Quiso quitarme el control remoto para cambiar el partido por alguna “Musiquita”. Yo se lo prohibí, y entonces me dio la espalda. Es decir, que, a mi izquierda, tenía el panorama de su culazo vestido con un jean apretadito, a disposición de mis ojos enfermos, pero prudentes aún. Entretanto, Tatiana se quejaba del calor, refregándose la latita de cerveza en el cuello y las tetas. Ya la había abierto, y eso también fue motivo de risas mías y de Belu, porque en un impulso de tomar rápido, se chorreó un poco en la musculosa. Belu le insistió para que se la saque.
¡Naaah nena, ni loca me la saco! ¡Me voy a quedar en corpiño! ¡Y estamos con el primi!, decía entre hipidos por la risa, sin dejar de pasarse la lata por la cara. Además, en un momento se estiró para alcanzar uno de los almohadones de un sillón individual, y la terrible cola que le explotaba la calza pareció guiñarme un ojo.
¡Jaaaaa! ¡Como si el primo nunca hubiese visto un corpiño! ¡Aparte, no te hagas la linda, que tampoco tenés unas tetas que, Guaaaaaau!, la cargaba Belén con tono de suficiencia, dándose vuelta para mirarla. Ahí noté que se había terminado su lata. ¡Para colmo, se mandó un eructo súper grave y largo, que nos hizo reír a los tres!
¡Bueno, de última, puedo sacarme la muscu, si Juani cambia el canal, y como dice Belu, pone musiquita linda! ¡Pero, no te metas con mis tetas, pobrecitas!, decía Tati, mientras se acomodaba el almohadón debajo de la cola. En medio de ese lío, hubo un gol de Patronato, y varias situaciones para River. Yo, a decir verdad, me enteraba más por el relator que por mis propios ojos.
¡Che, che, no hablen de mí como si no estuviera! ¡Ustedes son muy pendejas para suponer si vi muchos corpiños o no!, le dije, tratando que no se me note el temblequeo de la mandíbula al hablar. El pito ya me latía con severidad, y ya no podía obligarlo a permanecer en su tamaño normal. El perfume de Tati, la abertura de sus piernas mostrando a la perfección el tajito de su concha en la calza, y la perspectiva de verla en top, me desacomodaba. Para colmo, a mi lado estaba Belén y su culo, aún más espectacular que el de Tati, (a pesar de ser más chiquita), un poco menos ofendida conmigo. Al menos hasta el comentario que se me ocurrió.
¿Y digo yo, ustedes no venían a ver a mi hermana, o a la tía? ¿Qué hacen acá, viendo el partido conmigo?, me apuré a decir en un arranque de estupidez, mientras me daba cuenta que podían tomarse el palo, y tendrían razón.
Tati - ¿Acaso no podemos venir a visitarte?
Belu - ¡Eso tonto! ¡Vos también sos nuestro primo!
Tati - ¡Pero, un primo medio ortiva, que dice que las nenas no pueden tomar cerveza!
Belu - ¡síiii, y que no quiere poner musiquita para sus primis!
Tati - ¡Y que se hace el malo, y no nos quiere contar si alguna vez vio a una chica en corpiño!
Belu - ¡Es verdad Tatu! ¡Como si nosotras no supiéramos que tuvo un montón de novias!
Tati - ¡Obvio, una bocha de pibas! ¡La tía se encarga de remarcarlo, siempre! ¡Así que, no solo vio corpiños de todos los colores! ¡También varias tanguitas!
Belu - ¡Seguro que le calientan las minas que usan bombachitas de River!
Tati - ¡O las que usan ropita de Boca, para bardearlas, y, bueno, culearlas!
Belu - ¿Che primi, así como en confianza, digo… y te gustan más las tetas? ¡O las colas de las pibas? ¡Yo no te imagino con una guachiturra, ni en pedo!
Tati - ¡Naaaah nena, a este le deben gustar rubias, con carita de cheta, como la idiota de la Ana Paula! ¡O como yo!, decían risueñas, sacudiendo sus cabelleras largas y mirándose con picardía. Belu tenía el pelo negro, y Tati de un rubio cegador. Belu, cada vez que terminaba de hablar, se mordía el labio, y la otra sacaba la lengua.
¿Bueno, OK, Como quieran! ¡Tati, siquerés, sacate la musculosa! ¡Y abran las birras que quieran! ¡Para que no digan que soy ortiva!, les dije. En ese preciso instante, el árbitro cobraba penal para Patronato. Pero, mis sentidos se apiñaron en esas dos bombonas que se derrumbaron sobre mí para agradecerme, mientras me besuqueaban y apretujaban, diciéndome cosas como: ¡Ay primi, gracias, sos el mejor, mi primito lindo… Gracias Juaniiii, yo sabía que en el fondo sos re bueno con nosotras!
Entonces, luego de escucharme gruñir algo que ni yo mismo entendí que salió de mi boca, las dos fueron a la heladera. Belu, en el camino dijo: ¡Bueno, entonces, si la Tati se saca la musculosa, yo me saco la remera! ¿Está bien Juani? ¡Es que pasamos mucho calor en la calle! ¡Está tremendo para caminar! ¡Así como re pesado!
Yo no respondí, y eso fue tomado como un sí. Por lo tanto, enseguida las dos tenían una lata de cerveza cada una, y sus tetas al borde de salirse de sus respectivos topcitos. El de Belén era blanco con el dibujito de un gatito. El de Tati, uno rojo que hacía juego con su musculosa. Ella misma me la había tirado en la cara cuando se la quitó, y yo, haciéndome el boludo, aproveché para olerla. Me gustó mucho más el aroma de esa musculosa que el de la remera de Belu. Ella no me la había tirado, pero la dejó en el apoyabrazos del sillón. Ahí no tuve tanta suerte, porque Tati me vio oliéndola, y me buchoneó con su propietaria.
¡No primi, posta… no te doy la birra, si me jurás que no estabas oliendo mi remera! ¿Vos, viste que la olía Tati?, me decía Belén, pisándome los pies con sus zapatillas para que no me mueva, y ni se me ocurra desviarle la mirada. Lo que era una tortura para mí, ya que estaba descalzo. Además, me costaba sostenerle la mirada, porque había entrado en un ataque de risa que me contraía todo el cuerpo. Tati no le respondió, pero me miraba con intriga.
¿Primo, es cierto que a los varones les gusta el olor de las remeras, las medias y las bombachas de las chicas, una vez que se la sacan?, dijo de repente, y eso bastó para que Belén deje de pisarme, y nos regale una mirada tan curiosa como lasciva.
¡No sé de dónde sacaron eso! ¡Pero, parece que están bastante informadas, de cosas que… bue, qué sé yo! ¡La verdad, no tengo idea!, dije, tratando de ordenar algo de lo que pensaba, si eso fuera posible.
¿Pero, a vos te gusta el olor de la ropa de las chicas? ¡A mí me daría cosita! ¡No sé, una remera, ponele… por ahí! ¡Pero una bombacha? ¿No tiene mucho olor a concha, o a culo?, decía Tati, mientras se empinaba su propia latita, chorreándose un poco el top. Belén empezó a reírse con ganas, Y Tati finalmente le sacó la lata de la mano que me correspondía, y me la dio, después de frotársela en las tetas, diciendo que son geniales para sacarse el calor del cuerpo. En ese momento odié haber desarmado la pileta la semana anterior. ¡Ahora, tal vez las tendría en bikini, tomando birra, mojaditas y chifladas como siempre! Pero, no las había visto en casi todo el verano, culpa de las vacaciones familiares.
Estaba a punto de empezar el segundo tiempo del partido, cuando las dos finalmente se sentaron a mi lado. Quedé en el medio, muerto de incomodidad porque la verga no entendía que me podía dejar como un pajero olímpico frente a mis primas. Tati se quejaba de los niños que tiraban bombitas en su barrio, y Belu volvía a echarle la culpa por ponerse esa calza. Yo les contaba que mis vacaciones por la costa fueron un fiasco, y ellas que se la pasaron comiendo helado en San Luis. Belén habló del chape que Tati tuvo con un pibe, y la expuso con que fue muy lenta, hasta para pedirle el número.
¡Pasa que, boluda, ya te dije que me asusté cuando le toqué ahí abajo! ¡Tenía un cosote duro, re hinchado, y naaah, no me animé!, dijo Tati, dejando que su cara se convierta en un sol de un rojo furioso. Belén la miró como si quisiera hacerle mil preguntas.
¡Pero, eso no me lo habías contado nena! ¿Cómo que le tocaste la pija?, se exaltó, después de vaciar su segunda lata. Además, mientras hablaban, las dos se movían como si hubiese millones de hormigas entre los almohadones y sus nalgas.
¡Eso nena! ¡Tiene razón tu hermana! ¿Cómo que anduviste tocándole sus partes a un desconocido? ¡Sos una cochina!, intervine, asombrado por lo que indirectamente me confesaban.
¡Ahí está! ¡Ahí lo tenés al corta mambo! ¡No entendés nada nene! ¿No me vas a decir que, todavía tenés la ilusión de que las dos seamos vírgenes?, dijo Tatiana, como no queriendo decirlo. Belén se puso colorada de tanto reírse.
¡Obvio que no Juani! ¡Mirá lo perra que estamos! ¿Quién no querría comerse dos bomboncitos como nosotras? ¿Vos, no lo harías, si no fuésemos tus primas?, dijo al fin, apenas recuperó algo de aliento. Tatiana se tapó la cara con las manos, un poco escandalizada.
¿Qué decís Belu? ¿Viste por qué no tenían que chupar birra ustedes? ¡Empiezan a decir boludeces!, les dije, confundido, pero tan al palo como no recordaba estar desde hacía tiempo.
¿No querés saber cómo Hizo Tatu para calentar al flaco ese? ¡Era medio feúcho el pobre! ¡pero tenía terribles ojos! ¿No Tati? ¿Bue, y por lo que ahora sé, también terrible pija!, dijo Belén, como si mis palabras no hubiesen sido pronunciadas. Tati ya no se tapaba la cara. De hecho, se levantó del sillón con decisión. Imaginé que iba a buscar más cervezas. Pero, para mi desconcierto, se detuvo al lado de Belu, y empezó a acariciarle el pelo. Después, las vi sonreírse, y a Belu pasear su lengua por la hermosa comisura de sus labios. Tati la miraba con unos ojos radiantes. Incluso, le clavaba la mirada en las tetas.
¿Qué onda ustedes boludas?, atiné a decirles, mientras River andaba a los tumbos en campo enemigo. Belén me chistó, y me puso una mano en el pecho. Luego deslizó uno de sus dedos por mi boca, mientras Tatu murmuró algo como: ¿Miranos, y callate primi!
En ese momento, creí que el porro que me había clavado en la mañana podría tener veneno para ratas. O, que la birra estaba adulterada. O, más bien, que todavía no me había levantado de la siesta. Es que, apenas volví a prestarles atención, Belu y Tati aproximaban sus bocas para luego empezar a rozarse los labios. Esta vez supe que no tenía que hablar. Por eso, las vi morderse la puntita de la nariz, y después el mentón, para detenerse un ratito más largo en los labios. ¿Belu se lo succionaba a Tatu con una pasión, que, cualquiera podía pensar que son novias, y están perdidamente enamoradas! ¿Pero, son mis primas, y hermanas entre ellas! ¡No me entraba todo eso en el bocho!
¡Así lo conseguimos Juani, besándonos así! ¿Te gusta ver a dos chicas besándose? ¿Te parecemos sexys?, decía Tati, en medio de los chupones que Belu le daba en las mejillas, y luego en la boca, una vez que terminó de hablar. Las vi jugar con sus lenguas, entrar y salir con ellas de sus bocas, y olerse el aliento. Tati suspiraba extasiada. Belu se reía como si la rodearan miles de corazones rosados.
¡Hey, loquitas, ustedes son hermanas, si no me equivoco!, les dije, aunque ya no con el tono acusador que me escuchaba antes, y tanto detestaba. Belén, por toda respuesta, le subió el top a Tati, y le succionó los dos pezones, uno por uno, con unos besitos ruidosos y cargados de saliva. Tati gimió, y para disimular festejó que el arquero de Patronato sacó una pelota de gol nuestra. Yo ya ni seguía el partido. Belén se golpeó la pierna, y Tati se sentó sobre ella, donde comenzaron otro show de chupones. Solo que, a este se le agregaron las manos de Belu en las tetas de Tati, que le pedía que no se las pellizque muy fuertes, porque eso le calentaba demasiado.
Tati - ¡Es obvio que te gusta mirarnos primito!
Belu - ¡Sí, cualquiera quisiera estar en tu lugar!
Tati - ¡Es más, seguro te vuela la cabeza saber que somos hermanas!
Belu - ¡No sabés qué rica tiene la boca, y las gomas, esta turrita!
Tati - ¡Ay, callate nena, que te vas a enamorar de mí!
Belu - ¿Ni en pedo Tatu! ¡A mí me calientan los chicos! ¡Pero, debo reconocer, que vos sabés mucho con la lengua!, se decían sin dejar de chaparse, haciéndome un partícipe casi inexistente. Aunque las dos me miraban como para que no les pierda detalle. Pero de pronto, luego de un último chupón que sonó como si se arrancaran los labios, se separaron, y las dos se me tiraron encima para hacerme cosquillas, diciéndome: ¡Dale ortiva, entrega el control, que ese partido es un bodrio! ¡Síiii, Obvio, pongamos música primi! ¡Aparte, van a ganar, porque esos, son más horribles que ustedes! ¡Danos el control, y te juro que no te jodemos más! ¡Ni te tomamos todas las cervezas!
Empezaron a buscarlo por debajo de mi cuerpo, en mis bolsillos, bajo los almohadones, y en el hueco que se forma entre el asiento y el respaldo. Yo sabía que no obtendrían resultados, porque lo había escondido con premura debajo del sillón. Me palpaban, aunque era absurdo, porque estaba en musculosa. Pero, fue Belu la primera en reconocer que había algo duro en mi entrepierna, y que no se trataba de ningún control remoto.
¿Guaaaau! ¡Mirá Tatu, cómo se le puso al Juani! ¡Y eso, que somos hermanas! ¿Cómo era todo eso? ¿Qué decías hace un ratito?, dijo mientras sus dedos recorrían la anchura de mi tronco, aún sin moverlo del letargo en el que se hallaba. Tatiana no tardó en querer comprobar de lo que hablaba su hermana, y también empezó a acariciarme la pija, mirándome con un atrevimiento y un asombro infinitos.
¡Pero, esto, es más grande de lo que tenía el flaco de San Luis Belu! ¡En serio boluda, o sea, es tremenda!, decía Tati, aferrándose con un poco más de fuerzas a mi pene. La verdad, no sé cómo era el pedazo de ese puntano. Pero, yo tengo casi 20 centímetros de pija si está bien parada, por unos cuatro de ancho. Así que, no me sorprendía que ellas se pusieran así de salvajes- porque, desde ese momento, sus caritas inocentes se convertían poco a poco en la de dos hembritas en celo.
¿Che, en serio esto no es el control? ¿A ver? ¡Voy a poner pausa, o, bajo el volumen, o mejor, cambio el canal! ¡No, no pasa nada! ¡Es cierto Juani, tenés terrible pija guacho!, me juraba Belén, apretándomela con los dedos como si tuviese botones. Yo me había quedado totalmente mudo. Tatiana empezaba a pegarse a mi cuerpo, y entre las dos, como si lo hubiesen acordado de antemano, se dieron a la tarea de hacerme cosquillas. Solo que esta vez para bajarme el pantalón. Yo no forcejeaba demasiado, a pesar que no podía creer en lo que estaba viviendo. Apenas me sujetaba un poco el elástico del short para no hacerles las cosas tan sencillas. Cuando recordé que no traía ropa interior, entré en pánico. Pero, ya no veía la forma de volver atrás. Entonces, ¿goooooool de Patronato!, gritó el relator. Belén se sumó a ese júbilo y me lo gritó en la cara, mientras Tati empezaba a fregar su cara en mi pija, todavía sobre el short. ¡En un momento, hasta me mordió la cabecita!
¡Heeeey, pará loca, que lo vas a lastimar! ¡O, peor todavía! ¡Te la vas a querer comer! ¡Te conozco nena!, le dijo Belén, medio que agarrándola de los pelos. Tati empezó a reírse entre bufidos y reclamos que al menos yo no le entendí. Y, justo cuando pensaba en levantarme, vaya a saber para hacer qué, Belén me tironeó el pantalón hacia abajo, y mi verga vio la luz en una especie de latigazo que la despidió del remanso en el que reposaba.
¡Ahora síiii la podemos ver, toda paradita, dura y gorda! ¿Siempre la tuviste así primito?, me preguntó Tati, sin atreverse a tocarla. Aunque, el brillo de sus ojos podía atravesarla como con rayos x. Belén volvió a cazar del pelo a su hermana, y le dio un chupón en el cuello, otro en la boca, y un mordisco en la teta derecha, sobre el top, mientras le decía con una voz tan peligrosa como infantil: ¿Te lo sacás vos, o te lo saco yo?
¡Hey, hey… creo que, lo justo, ya que me dejaron en pelotas, es que yo se lo saque! ¿Vos qué decís prima?, les dije, aunque mirando más que nada a Belén. Ella me dio el OK para hacerlo. Pero, ni bien le metí una mano atrás de la espalda para quitárselo, entre las dos volvieron a derrumbarme arriba del sillón, y entonces, las dos se sentaron sobre mis piernas. Tati en mi pierna derecha, y Belu en la izquierda. Ahí tuve que resistir durante unos minutos, el terrible impulso de clavárselas en el orto, de enlecharlas hasta que me pidan por favor que pare, y de manotearlas del pelo para que me la mamen hasta enrojecerle las mejillas, y lubricarles bien la garganta. De repente, otro gol de Patronato, y las dos empezaron a gozarme, gritándome el puto gol en la cara, saltando sobre mis piernas, mientras Belu dejaba en tetas a Tati, y se las agarraba para que se las mire. Me incitaba a tocárselas, pero cada vez que arrimaba la mano, la guacha me clavaba las uñas, o Tati me las escupía.
¿No nene, no te la vamos a hacer tan fácil!, me decía Belén, mientras Tatu se me burlaba porque no vi el gol. Entretanto, mi pija ya empezaba a expulsar líquidos preseminales, y a salpicarle especialmente la calcita a Tati, porque, en medio de los saltitos inquietos, y del forcejeo que luego se dio cuando Tati quería sacarle el top a Belu, mi cuerpo se movía como si hubiese un terremoto. Aún así, le pellizqué el culo a Belén, y le froté la pija en la pierna a Tati. Lo primero me valió una cachetada, junto con un ¡Sos un desubicado chabón! Pero lo segundo, una sacudida tremenda de la manito de Tati a mi pija. Ella era la menos convencida en hacerme las cosas difíciles. No podía disimular la calentura que le fluía por la sangre. Resultado de eso fue el apretón que le dio, y el suspiro que se le escapó cuando se le encremó un poco la mano.
¡Basta Belu, no seas malo con el primo! ¡Mirá cómo se la pusimos! ¡Aparte, pensalo nena… por ahí te sirve para experimentar!, le dijo Tati a Belén, que trataba de silenciarla con un codazo.
¿Cómo es eso? ¿Experimentar dijiste?, repliqué enseguida.
¡Sí Juani, así como la vez, tu primita todavía no se anima a meterse un pito en la boca! ¡Dice que eso es para las putitas baratas!, dijo Tatiana, pegando cada vez más su pierna a mi pene erecto, cada vez más empapado. Belén se puso roja. Pero no iba a quedarse sin contragolpear.
¡Y, que yo sepa, la Tati se mete todos los pitos que se le antoja en la boca, y en la chuchi! ¡Pero, mami la reta todo el tiempo porque no se lava las bombachas!, dijo con un cinismo poco logrado, mientras Tati le palmeaba la espalda.
¿Y eso que tiene que ver? ¡Por lo menos, sé qué hacer con una pija cuando me la ponen en la boca nena!, le rezongó Tatiana, moviendo el culo como si quisiera encastrar mi pierna en el medio de sus nalgas. Y, de pronto, el partido, las motos rezumbando en la calle, el ventilador encendido cerca de la puerta que da al patio y el tintineo de la pulserita de Belu se colgaron de una nube atemporal, cuando Tati dijo, luego de un eructo que me convidó de su fresco alienta a birra: ¿Querés que le muestre al primo cómo lo hago? ¡De paso, aprendés hermanita!
No hubo tiempo para nada. Tati se hizo un ovillo en el suelo para empezar a reconocer la humedad y el calor de mi pija con sus mejillas primero. Después la olió, se la fregó contra sus labios cerrados, y me abrió las rodillas para echarle una escupida a mis huevos.
¡Tiene olor a jaboncito Belu, para que sepas!, le dijo Tati a una desconcertada Belén, que miraba cada movimiento de su hermana.
¡Sí nena, porque me bañé!, dije como un estúpido, palpitando con los roces y manoseos de mi prima. Me apretaba la pija desde el tronco hasta el glande, como queriendo quedarse con mi vitalidad, y cuando un hilo de jugo espeso le humedecía la mano o la cara, gemía como asombrada. Hasta que empezó a pegarse con ella en la cara, y luego en las tetitas. Ahí era donde se daba más fuerte, mientras apretaba los labios. Tenía los ojos cerrados, pero a Belu se le agrandaban las pupilas en el reflejo de la tele, y tal vez sin darse cuenta le acariciaba el pelo a su hermana. Y, entonces, otro gol de Patronato. Para mí había sido de River. Pero a Belu no se le pasó por alto remarcarme que íbamos 3 a 1 abajo. Mientras se me burlaba, Tati comenzaba a formar un anillito resbaladizo de saliva entre sus labios para que mi glande entre hasta el inicio de su paladar. Ahí, la escuché gemir, luego babearse y toser con cierta dificultad. Hasta que su melena rubia se convirtió en una constante oscilación de emociones en el vaivén de su cabeza. Sentí que mi glande conquistaba la faz de su garganta, y sus arcadas así me lo confirmaban. Entretanto, Belu le rezongaba a Tati para que no le tironee el pantalón. Es que, a esa altura, Belén me refregaba las tetas en la cara, y yo lograba quitarle finalmente el top. Como estaba tan pegada a Tati, ella aprovechaba a nalguearla, o a pellizcarle el culo. Pero cuando empezó a bajarle el pantalón, Belu se ponía nerviosa.
¡Dale guacha, dejame que te lo baje, así después, te lo cogés! ¡Y no me digas que soy una desubicada, porque te morís de ganas de coger con él!, dijo Tati en el momento que su boca expulsó mi pija para escupirla. Después de eso se la frotó con furia en las tetas, y volvió a tragarse cada centímetro. O al menos hasta donde la anatomía de su boca se lo permitía. Belén le dio un correctivo en el hombro. creo que un tingazo. y, en ese preciso instante la escuché gritar porque Tati, al fin había logrado bajarle el short. Belén tenía una tanga roja metida en el orto, con una mariposita en la parte de la concha. Quiso taparse con un almohadón. Pero yo se lo quité y lo revoleé cerca de la puerta del patio. Ni Tati ni yo la dejamos huir en su busca. Así que, mientras Tati seguía mamándome la verga, Belén me alimentó un rato con sus tetas desnudas, y mis dedos empezaban a humedecerse con los flujos que su conchita súper depilada no podía contener. También le escarbaba el culito, pero no llegaba a enterrarle los dedos.
¿Dale nena, agachate, y ayudame un poquito, que la tiene re grande! ¡Posta que ya me duele la boca!, dijo Tati de pronto, con la boca repleta de saliva y presemen, los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada. La odié en ese minúsculo segundo, porque, una lamidita más, y seguro me alcanzaba para darle la leche equivalente a cinco desayunos. Creí que Belén se resistiría, o que la mandaría al carajo, fiel a su carácter de mandona. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, Belu estaba pegadita a Tati, observándola al principio, porque de repente empezó a besuquearme las piernas y la base de la pija.
¿Viste Juani? ¡Esto te pasa por andar sin calzoncillo! ¡Vos sos un cochino también, un grandulón que se viste por la mitad!, decía Belén mientras Tati me ensalivaba los huevos, o me tocaba la puntita de la chota con la lengua. Pero pronto no pudo hablar más, porque Tati tomó mi glande con sus labios, y le dijo a su hermana con la boca ocupada: ¡Tomá nena, agarrala con la boca, y chupala!
Belén no tuvo fuerzas para desobedecerla. De toque se notó la inexperiencia y el poco cuidado que tenía, porque no sabía usar bien la lengua. Además, cuando quiso morderla con sutileza, me hizo doler. Tati le enseñaba cómo abrir la garganta, cómo escupir, y hasta cómo pajearla mientras me chupaba los huevos. Tati no hizo esto último. Pero sí se animó a pajearme con todo mientras la lengua de Tatiana me endulzaba los poros del escroto con unas lamidas de otro mundo. Al fin Belén se la metió en la boca, y aunque pareció que estuvo a punto de vomitar, luego no podía parar de lamerla, succionarla y cabecear con mi pija cada vez más cerca de reventarle la glotis con un lechazo como para los récords güines.
¡Aaaah! ¡Cómo te gusta ahora, perrita! ¡Pero, me parece que no te entra toda! ¿Vos qué decís Juani? ¿Quién te la mamó mejor?, decía la pendejita, por primera vez más arrogante que belén. La respuesta se me cayó de los labios, más rápido de lo que pude responder, al tiempo que Belén se esforzaba por adquirir lo que aprendió de Tati, pero sin tanto éxito. Tati, entretanto le manoseaba las tetas, y se incorporaba para chuponearme las tetillas.
¡Y sí Belu, la posta es que, Tati la chupa re bien!, finalmente declaré. Entonces, Tati se arrodilló una vez más para sacarle la pija de la boca, y ambas empezaron a besuqueármela juntas, a escupirla y a convidarse porciones de mi carne. Ya no podía pensar, ni resistirlo mucho tiempo. Entonces, reparé en que Tati y belén se re pellizcaban las tetas, y que Belu intentaba meterle la mano a Tati bajo la soberanía de su calcita, diciéndole, entre lo que podía entenderse: ¡Dale nena, sacate todo!
De repente las dos estaban de pie, moviendo el culo frente a mis ojos inyectados en sangre y fuego. Las dos se nalgueaban, y Belu lo hacía mientras le bajaba de a poco la calza. Cuando lo consiguió, empezaron a chirlearse fuerte, y a pedirme que yo también les reparta azotes. Eso duró hasta que Tati se sentó sobre mi pija y empezó a franelearme todo ese culo hermoso, envuelto en una bombachita blanca con pintitas rojas. Después, ella le cedió ese privilegio a Belu, quien no conforme con franelearse, empezó a saltarme con ese tremendo culo, y a comerle la boca a Tatu.
¿Viste que somos más entretenidas que ese partido de mierda? ¡Aparte, te dejamos la pija hecha una mielcita primo! ¡Bueno, más ella que yo!, me decía Belén, mientras las dos se acomodaban como en cuatro patas sobre el sillón, una a cada uno de mis lados para menear sus culos.
¡Dale, peganos Juani! ¡Demostranos que sos un macho, y que tenés ganas de largar la lechita! ¿A quién se la querés dar? ¿A la Belu, que todavía no sabe tomar la mamadera?, decía Tatiana, ignorando el tono de llamada de su celu, y poniéndome su culito prácticamente en la cara. Yo, aproveché a morderlo, besarlo y a nalguearlo con todas mis ganas, mientras le colaba los dedos en la concha por entre el costado de su bombacha.
¿O a la Tati? ¿Podés creer que todavía no se tiene la cama, ni se lava la ropa? ¡Mami dice que su cama huele a pichí, como cuando era una nena!, la acusó Belén, forcejeando con Tati para ponerme su culo en la cara. Yo, no sabía a qué culo dedicarle más chirlos, nalgadas, escupidas y mordiscos. El olor del culo de Belén era exquisito. Era un perfume difícil de definir, pero resultaba imposible dejar de lamer esa piel tersa. Sin embargo, el culo de la Tati, era una joya aún más adictiva. Quizás por el olor que emanaba de su bombachita re contra mojada. Eso también me había llamado la atención. Belén no parecía mojarse tanto como Tati. ¿La verdad Tatu, perdón que te lo diga, pero, me parece que la lechita se la lleva tu hermana! ¡Ella tiene razón! ¡Tenés olor a pichí en la bombacha!, le dije, más para escucharla pelear, o para que se rían que pensando en otra cosa. Tati pareció retroceder en ese forcejeo por conquistar mis chirlos y lengüetazos.
¡Quedate tranquilo Juani, que yo no sabré chupar una pija! ¿Pero, te juro que mi conchita te va a comer toda esa poronga!, me dijo Belén, y prácticamente tiró a Tatiana al suelo de un empujón. Belén no perdió el tiempo. Solo que, mi estado de anarquía hormonal me condujo a desobedecer hasta el mínimo impulso de control que tuviera disponible. Así que, ni bien mi glande se internó en el calor de la conchita de mi prima, sentí que tendría que ser de piedra para soportarla. Ella dio unos saltitos, gimió en mi oído, y golpeó un par de veces su pubis contra el mío. Gritó cuando la sintió en el fondo de su sexo, y eso me hizo explotar. Eso, y el golpe de vista que le di a Tati, que se estaba metiendo tres dedos en la vagina, y alguno más en el culo, paradita al lado de nosotros, ya sin su bombacha. Mi semen salió de mi humanidad como un mar de lava milenaria, y cada molécula de mi cuerpo parecía desintegrarse en la concha caliente de mi prima. ¡Nunca había sentido una concha tan ardiente en el cuero de mi pija! Era obvio que se quedó con gusto a poco, y que Tati, mejor ni hablar.
¿Viste cómo sos, guacha? ¡Al final, yo hice todo el trabajo, le mamé la pija y todo, y vos te quedás con la lechita!, le recriminó su hermana, levantando su bombacha del suelo, la que entretanto acercaba con cierta sensualidad a mi nariz.
¡Dale guacho, olela! ¿Ese es el olor que les gusta a ustedes? ¿El olor de las bombachas sucias? ¿Esto no te calienta la pija? ¡Yo quiero mi leche, malo!, me decía Tati, mientras me refregaba su culo en las piernas, y me restregaba su bombacha en la cara. Claro que, no era descabellado entenderlo. Tenía a dos pendejas en bolas junto a mí, y no era fácil abstraerse de eso. Pero, nunca me había pasado que la pija recobre su erección a un minuto de haber acabado. Lo noté cuando sentí que se golpeaba contra la cola de Tati. ¿Sería el olor a pis de la bombachita? ¡Nunca me había parecido sensual aquello! ¡Pero, ahora, empezaba a flashearla con que se mee toda, a upa mío! Entonces, de una forma más intuitiva que otra cosa, la aferré de las tetas para apretarla contra mi pecho, y le dije que me reviente la pija a culazos.
¿Guau Juani, ya la tenés grandota, dura, y seguro que con el olor a concha de mi hermana! ¿No querés que le dé unos chuponcitos?, me canturreó Tati al oído, mientras Belén traía una cerveza para ella, y otra para darle a Tati. Esto significa que, mientras Tati comenzaba a masacrarme la pija con los brincos y franeleadas de su culito, Belén la obligaba a tomar cerveza, sabiendo que se le chorreaba por todos lados. Yo, todavía olía la bombacha de Tati, la que no tenía permitido apartar de mi olfato cada vez menos humano. Cuando la pija se me escapó por entre las piernas de Tati, Belén aprovechó a escupirla, y a fregar sus tetas. Entonces, Tati se lo pidió casi que con desesperación.
¡Refregámelas en la concha Belu, dale! ¿Quiero que el primo me haga la colita! ¡Pero, quiero las tetas de mi hermanita en la chucha!, le dijo, luego de tragarse una buena cantidad de birra. Belén, primero me comió la boca. Después olió la bombacha de su hermana, y le agarró la oreja para decirle: ¿Y qué pasa si me dejás tu olor a pis en las tetas?
Eso, fue demasiado para todo el autocontrol que intentaba llevar. Creo que fue en un único movimiento. Favoreció que el agujerito de Tati estaba caliente, dilatado y mojado. Apenas mi glande rozó su esfínter, que mis brazos le tatuaron su espalda en mi pecho, y que mis piernas tomaron impulso, ataqué con todo, y se la clavé, sabiendo que podría partirle el culo y hacerla gritar de dolor.
¡Ahíiii la tenés putitaaaa suciaaa, toda la pija en el culo guachonaaa!, le grité, sintiendo el filo de sus uñas en las piernas, de donde se aferraba para no perder el equilibrio. Belén le tapó la boca con un almohadón en un momento, y al parecer Tati lo mordía. Ahogó un par de gritos, lágrimas, y hasta algunos mocos mientras su culito se acostumbraba a la anchura de mi verga. Pero, pronto su cuerpito subía y bajaba lentamente, y sus gemidos me pedían que acelere, que se la meta más, y que le muerda la nuca. Belén se arrodilló frente a ella tras quitarle el almohadón de la cara, y mientras Tati me puteaba para que se la clave más adentro, ella le daba golpecitos en la concha con su bombacha, y con las etas.
¡Mirá cómo te mojás Tatu! ¡Posta, te encanta el pito en el culo, y de chiquitita mami! ¡Desde que te la hizo ese pibe del kiosco! ¡Al final, sos más trolita que yo!, le decía a su hermana, mientras trataba de chuparme los huevos. Yo tenía las piernas bien separadas para que los impactos del culo de Tati no sean tan bruscos. Sentía que mi pija no resbalaba tanto como en la concha de Belén. Pero esa sensación de estrechez me quemaba la cabeza. Necesitaba oler otra vez la bombacha de Tati. Y, cuando se lo dije a Belén para que me la devuelva, ella tomó otra decisión.
¿Basta tati, que el primo quiere tu olor a conchita!, le dijo mientras la separaba de mi cuerpo, con todas las fuerzas que le quedaban. De repente me vi rodeado de las piernas de Tati, que con la ayuda de Belén se paró en el sillón para que mi boca y lengua se adueñen de su conchita fragante, chorreada de jugos y re peludita.
¿Te gusta mi conchita peluda nene? ¿Y con olor a pis, de nena? ¿Pero, viste cómo culea la nena primi? ¿Y cómo come pijas?, me decía mientras mi lengua rozaba su pequeño clítoris, se hacía paso entre sus flujos abundantes y llegaba hasta el inicio de su culito súper abierto. Belén me comía la pija, y friccionaba sus tetas contra ellas. Pero, no le gustó que le propusiera hacerle la cola, y entonces se alejó. En ese momento escuchamos ruidos afuera.
¡Juaniiiii! ¿Me abrís? ¡Soy Sofía! ¡Me vine antes porque, bueno, después te cuento!, decía la voz de mi hermana al otro lado de la puerta de calle. ¿Por qué mierda no tendrá sus propias llaves? ¡Nooo, mejor que no sea así, porque me encontraría en tremendo lío! ¿Pero, ella sabría lo de mis primas? ¡La puta madre, seguro se peleó con el boludo ese!
¡Ya vooooy, aguantame que estoy en bolas! ¡Recién salgo de bañarme!, le grité, mientras Tatiana se acomodaba sobre mis piernas para deglutirse mi pija con la conchita. Sus movimientos fuero más rápidos y certeros que los de Belén. La tenía más cerradita, pero tan lubricada que cada salto, cada envestida o penetrada a fondo parecía no tener fin. Ella me pedía que le muerda los pezones, y que le deje chupones marcados en el cuello. Belén, entretanto ordenaba un poco el desastre que había por todos lados, y se vestía. Aunque no paraba de pajearse mirándonos. Hasta que, en el exacto momento en que yo le dije a Tati que no podría aguantar un segundo más; Belu le agarró la mano a Tati, y se la metió prácticamente adentro de la concha.
¿Pajeame pendeja trola, dale, sacame toda la lechita de la concha, que la Sofi está afuera!, le dijo como una leona en celo. Yo, casi sin saber cómo nos libraríamos de semejante situación, empecé a largarle toda la lechita a Tati, mientras ella le hacía un tsunami de flujos a Belén por la forma tan perfecta que tenía de jugar con su clítoris. Tati temblaba sobre mis piernas, mientras Belén le ponía la bombacha y la calza en los tobillos. Recibía todo mi semen moviéndose hacia los costados, como para quedarse con cada partícula de mi calentura, y se apretaba las etas, porque, al fin había llegado al orgasmo.
Era cierto que Tati tenía olor a pichí. Pero ahora perdía la batalla con el olor a cerveza y a semen que tenía en la calza, y en la musculosa. Las dos se quedaron a comer unos panchos, y casi sin hablar entre nosotros, supimos que sería un secreto oculto bajo las 7 llaves del mismo infierno. Aunque, Belén no paraba de mirotearme el bulto, ni Tati de pedirme pellizcos para su colita cuando mi hermana no nos veía. Lo peor fue que, al rato mi tía vino a buscarlas. ¿Por qué no podría practicar el incesto con Sofía? ¡Después de todo, la guacha no está nada mal! ¡Y, para colmo, con el novio se lleva como el traste! Fin
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La verdad no se como felicitarte....
ResponderEliminargeniaaaa