"Otros ratones": Desnuda para vos por Crisálida

 







Ahora es el momento;

Estoy desnuda de complejos y de excusas,

Desnuda de dudas y certezas,

Desnuda al fin, al principio y en el durante.

 

Estoy desnuda, predestinada y salvaje,

Todavía amaneciendo,

Poniéndome los colores que me robó la noche,

Saboreando un sueño intenso,

Y tan húmeda como la selva más espesa.

 

Huelo a hembra,

A tierra recién regada,

A las flores que desean ser polinizadas,

A la brisa que ronronea en la ventana de los pensamientos,

Y a la vanidad de mi propia necesidad de mujer.

 

Mi piel sin sombras ni retazos inservibles,

Se desliza en la sábana que me abriga las piernas,

Y un sol abrazador arde en mis nalgas,

En el preciso instante en que mis ojos recuerdan, se abren y ansían.

 

Mis senos se vuelven dos inclementes remolinos de incertidumbre,

Y mis pezones duelen hasta ese dolor insoportable,

Delicioso como una bocanada de aire de montaña,

Caliente como la lava de mis entrañas.

 

Sigo desnuda, húmeda, tersa,

Fragante y abierta,

Desprovista de presiones y horarios,

Bostezando y reconociéndome de a poco,

Deslizándome un poco más,

Humedeciéndome en la quietud de mis caricias y roces,

Y palpitando junto a los vaivenes de mi respiración.

 

Pronuncio mi nombre, y me reconozco,

Me pongo a prueba una vez más,

Y no me limito, a pesar de no sentirme del todo completa.

 

Es fin de semana,

Y no espero acertijos, ni bondades, ni sortilegios.

No demando frivolidades, ni espejismos,

Y no deseo expectativas, ni reencuentros postergados.

 

Solo necesito que me sometas,

Que tu esencia me domine,

Me arranque alaridos impacientes,

Me inunde cada uno de los rincones de la sed,

Y que me frote la piel con su rebeldía,

La que yo intentaré sembrar en tus obsesiones.

 

Desnuda te espero, así como estoy,

Con el clítoris multiplicando jugos en mis sábanas,

Con mis pezones dolientes y serviles,

Con mis nalgas ardiendo por el sol,

Y con el fuego hambriento de mi boca.

 

Someteme a tu voluntad,

Castigame por mundana y grosera,

Lameme y regame con tu saliva,

Montame como si mañana no existiera el amanecer,

Y embarazame el alma con tus pistilos blancos,

Ahora que estoy desnuda y a color,

Caliente y sin ropa,

Perversa, desbocada y mojada por un maldito sueño,

A punto de extinguir el tacto de las yemas de mis dedos,

Al borde de gritar tu nombre prohibido para mis labios,

A un paso de llover sobre mi cama.

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