Usame como quieras,
Poneme nombres sin rostros,
O dame los ojos que te miren a voluntad de tus placeres.
Rompeme las estructuras,
El vestido, las ataduras, los conflictos, las esperas.
Traeme de vuelta al pasado silencioso,
Llevame en tus hombros a la cumbre de los roces imprecisos,
Alzame como a una virgen que no cree ni hace milagros,
Y devolveme la claridad cuando me quites las vendas de la impaciencia.
Ahora no importan los perfumes,
Ni la ropa interior, ni el Jazz danzando en la ventana,
Ni quiénes somos ahora,
O cuántos seremos mañana.
Usame, abrime las puertas del bien con el mal,
Lamé las grietas de mis perdiciones,
Probá el néctar de mis prohibidos anhelos,
Oleme como a una flor entristecida,
Y volvé a lamerme, besarme y susurrarme cosas.
Subite a mi cuerpo húmedo de estrellas recién nacidas,
Trepate al columpio de mis emociones,
Atrevete a sacarme la piel y los complejos,
A desvelarte con el tacto de mis pies,
A soñar con la fiebre de mis pezones enrojecidos por la prisa,
A despedazar cada llanura de las sábanas,
A flotar como nubes perennes en los remolinos de mis labios.
Quiero que me hagas tuya,
Tu hembra, tu vientre, tu hueco primitivo,
Tu manantial de pistilos presurosos,
Tu selva, tu tierra fecunda,
Tu continente colonizado por la piel y el sudor de tu flota.
Haceme de tus antojos más bajos,
De tus movimientos más rudos y feroces,
Hasta que mi garganta se mezcle con el graznido del huracán,
Hasta que mi vulva sea un incendio incontrolable de esperma y deseo,
Hasta que nuestras respiraciones muevan al mundo,
Y el mundo nos vuelva a pedir que volvamos a aparearnos una vez más.
Usame, mordeme las costas y las arenas,
Llenate con mis aromas, mis vertientes y mis roces,
Raptame por las noches para conquistarme de día,
Marcame a fuego con tus dedos como garras,
Y volveme a pedir que sea tu puta para siempre jamás.
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